El próximo viernes, festividad de los Inocentes, se cumplen 25 años del pleno que aprobó el topónimo y borró al Caudillo
23 dic 2007 . Actualizado a las 02:00 h.En el popular buscador de Google, en Internet, aún aparecen 16.500 indicaciones a El Ferrol del Caudillo. Hace 25 años que desapareció ese nombre para hacer referencia a la ciudad naval. Se cumple la efeméride el próximo 28 de diciembre, Día de los Inocentes. Hubo más de uno que pensó que era la broma del día cuando leyó en La Voz: «El PSOE quiere cambiar el nombre de la ciudad en el pleno». Nada de chiste. Por simbólico, y lógico, el doctor Quintanilla, el regidor, llevó a la sesión de aquella jornada una moción extraordinaria y urgente que terminó como ya se sabe: aprobado por dos tercios de la cámara, lo preciso por la legislación de aquel año para una reforma de ese tipo; se precisaban 17 votos sobre 25 y era la segunda vez que se intentaba tras la recuperación de la democracia. En directo lo vieron unas 200 personas en un pleno acalorado, pero respetuoso, recuerdan los que entonces allí estuvieron.
Votaron a favor los ediles socialistas, los de Unidade Galega y los del Partido Comunista, que sumaron a sus votos los de un miembro de una UCD ya entonces en declive electoral. Los centristas dieron libertad a sus concejales y faltaron tres de los siete (de los ausentes, uno se acababa de dar de baja del partido). Y los que fueron, votaron por su cuenta: uno a favor, otro en contra y dos se abstuvieron. Alianza Popular -partido del que saldría el PP-, con dos ediles, no apoyó aquella moción que trataba de poner fin a una determinación caprichosa: fue idea del murciano Ramón Serrano Súñer, cuñado de Francisco Franco y alto cargo del gobierno franquista, quien en septiembre de 1938 propuso que la ciudad natal del dictador adoptase como nombre El Ferrol del Caudillo para darle pompa. Y así se quedó en los papeles hasta aquel 28 de diciembre de 1982.
«De verdad que pensé que era una inocentada cuando nos lo dijeron para el pleno», rememora María del Carmen Arcos, quien en aquela sesión prácticamente se estrenaba como portavoz de AP. Justifica su voto en contra: «Me parecía que había mucha prisa por hacerlo, por motivos, no sé, revanchistas quizá, y yo dije que el tiempo juzgaría a Franco; ahora es algo totalmente superado». Recuerda Arcos que en aquel pleno recibió epítetos entre los asistentes, no de los ediles, como «facha». «Y el alcalde Quintanilla pidió al público respeto porque cada cuál podía defender sus ideas con libertad», explica con memoria casi fotográfica.
En aquel mismo pleno, pero en los bancos de enfrente, entre los que votaron que sí a recuperar el topónimo original, estaba Fernando Miramontes, el edil comunista que aún hoy puede presumir de ser el concelleiro que más años ha estado en el Ayuntamiento. «Era algo lógico que se tenía que hacer, porque Ferrol es de todos, no del Caudillo, como tampoco es de Pablo Iglesias, y aquel fue un primer paso para iniciar luego el cambio de todo el callejero de la ciudad», rememora el ya ex edil. Porque tras la recuperación del topónimo vinieron las denominaciones de la calles del Sol, Magdalena... donde antes había militares. «Desde luego -apostilla- lo hicimos todo mucho más fácil que en la plaza de España, donde hubiera bastado con quitar el caballo antes de dejarla como está ahora...».
Entre el público que asistió estaba Blanca Quintanilla, quien sería edil a partir de 1983 con el PSOE y con un hermano, Jaime Quintanilla Rico, ya en el consistorio cuando se cambió el nombre. Recuerda que apenas coleó aquella decisión, salvo algunas tímidas pancartas que aparecieron. «No cabía un alfiler en el pleno, y fue todo bastante cívico, sin amenazas, nada que ver con otros plenos, como en la reconversión, en los que nos llovían huevos y piedras».