¿Y ahora qué pasa con Redes?

Ernesto López Naveiras

FERROL

La designación de la villa aresana como ejemplo de pueblo de arquitectura sostenible debe servir para activar los mecanismos necesarios para su protección

16 dic 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

Hace unas semanas que el Puerto de Redes fue distinguido por el Colegio de Arquitectos de Galicia (Delegación de A Coruña), como pueblo de Arquitectura Sostenible en el Día Mundial de la Arquitectura. Mirando desde el muelle observé la pequeña ensenada, la singular fachada marítima que forman sus casas sobre las rocas de la orilla y un pensamiento me llevó a imaginar el futuro de nuestro pueblo, joya única de la arquitectura marítima gallega.

Un sombrío presagio me envolvió al ver cómo con las últimas actuaciones realizadas, sobre algunas de sus edificaciones, se alteraba de forma notoria la singularidad que año tras año fueron creando generaciones de artesanos para conseguir que en este rincón apacible naturaleza, paisaje y pueblo se unan y permitan una forma de vivir diferente y sostenible.

A nadie pregunté, pero me entretuve en pensar cómo habían discurrido los trámites necesarios para llevar a cabo las obras de rehabilitación o conservación que observaba. Para ello, comencé valorando el resultado estético conseguido, el decremento o incremento de la singularidad que caracteriza el lugar, la idoneidad de los materiales utilizados, los colores con los que se pintaron las fachadas, las nuevas formas, los nuevos espacios creados y, cómo no, también su coste económico.

La observación fue dando resultados que me orientaban en mi afán. Me encontraba ante las actuaciones de unos propietarios con un poder económico medio-alto, con interés por hacer las cosas bien, ajustándose a lo establecido por la normativa de aplicación al entorno y que habían puesto en manos de especialistas, arquitectos o aparejadores, el diseño y concreción de las obras a realizar en sus viviendas. Parece que con estas premisas todo debiera salir bien, pero no fue así.

¿Qué fue lo que falló?

Entonces, ¿qué fue lo que fallo para que las obras realizadas no aporten aspectos positivos a la singularidad ya conseguida y la destruyan a medida que nuevas obras se van realizando? La causa hay que buscarla fuera del vecindario, a pesar de que ellos son los que ponen el dinero, hacen o deshacen, critican o aprueban y desean lo mejor para su pueblo. La razón es que nosotros, los vecinos, no estamos preparados para asumir la responsabilidad que conlleva conservar un lugar tan complejo como es Redes y, más que nada, la dificultad de conseguir la integración de lo que se haga en la singularidad que ahora disfrutamos y potenciarla en la medida de lo posible.

¡Dios mío!, qué difícil es decirlo, pero debe ser más difícil hacerlo cuando en la tramitación se ponen tantas dificultades y después se hace mal. Cruce de informes entre las diferentes administraciones, locales, autonómicas y nacionales. Unas con afán protector y poco orientador. Otras totalmente transparentes. Solicitud a los propietarios de anteproyectos y proyectos, vigilancia exhaustiva a pie de obra: antes, durante y después de la obra. Y al final se pierde la ocasión de oro para hacer las cosas bien.

Siglos de cultura marinera

Me asalta una duda: ¿será que Redes no tiene el nivel de protección adecuado para el lugar singular que es? ¿Será que no se conoce su pasado y no se valora el poso que los siglos de cultura marinera y emigración dejaron en su frente marítimo, calles y plazas? O que no se ha formulado un plan concreto orientado a potenciar la singularidad que disfrutamos, evitando con ello que prevalezca la iniciativa personal de algunos profesionales, tan nefasta cuando de conservar, delimitar y potenciar se trata. Estarán todos tan ciegos, administración y profesionales, que por no abrir los ojos dejarán que se degrade este importante patrimonio, o será que unos y otros deben dejar el confort del estudio para acercarse a conocer y entender, aunque requiera tiempo y esfuerzo, las particularidades y singularidades de este pueblo cuando se le encomienden actuaciones en este lugar en el que, para bien o para mal, van a dejar huella.

Así, al borde del mar, este pensamiento sobre una realidad desalentadora, fue escrito unos días después de los actos celebrados, como aportación que pretende complementar la acertada iniciativa del COAG al designar al Puerto de Redes, el pasado uno de octubre, como pueblo de Arquitectura Sostenible. Designación que conlleva para esta villa, que mira al mar desde su ribera, un paso importante para que se le aplique la máxima protección urbanística y paisajística como garantía de futuro.