Los colores del paso del tiempo

FERROL

Los vecinos de San Vicente de Caamouco, en Ares, han decidido restaurar el retablo de su iglesia, una obra del XIX que podría estar dedicada a la Virgen

27 nov 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El paso del tiempo no ha conseguido borrar la elegancia ni la riqueza cromática del retablo mayor de San Vicente de Caamouco, en el municipio de Ares. Doscientos años después, esta obra de arte de estilo neoclásico vuelve a brillar con su forma y sus colores originales. El sacerdote, Faustino Ramos, acordó junto con la Xunta Parroquial y el resto de vecinos, restaurar este retablo del siglo XIX. Después de haber solicitado el permiso del Arzobispado y de Patrimonio, la ejecución del proyecto de restauración se asignó a la empresa Galicia Proarte, S.C., por un presupuesto de unos 24.000 euros. La obra la financia la parroquia, donde viven alrededor de setecientos vecinos, aunque solicitarán ayuda de alguna institución.

Tomás Madrid, Regina Sánchez y María Gavil son los diplomados en restauración que se encargan de llevar a cabo estos minuciosos trabajos desde principios de agosto. El primer paso, y también el más laborioso, fue el de eliminar las capas de pintura recientes, que son entre cuatro y cinco según las partes, y los elementos añadidos. La policromía, de hecho, es la parte más afectada, ya que hace unos veinte años, según explica el párroco, se cubrió con una capa de pintura marrón que imitaba la madera.

El retablo está realizado en madera de castaño y se encuentra en el ábside de la iglesia, ocupando todo el espacio y adaptándose a él. A finales del siglo XIX se le añadió una mesa de altar de grandes dimensiones que también están rehabilitando. El cuerpo central está dividido en cinco calles separadas por columnas de fuste liso, rematadas por un capitel jónico del que cuelgan guirnaldas de hojas y flores. En cada calle se aloja una imagen, apoyada sobre la ménsula, que son Santa Lucía, San José con el Niño, un Cristo crucificado que ocupa la hornacina central, San Roque y Santa Rita de Casia. El ático contiene una hornacina con la imagen de San Vicente.

De la Virgen a San Vicente

Aunque el santo que preside el retablo es San Vicente, los restauradores sostienen que originalmente podría estar dedicado a la Virgen María. Hay varios elementos que corroboran esta hipótesis, según explica Tomás Madrid: en la hornacina central aparece representada una torre, que alude a María como «torre de marfil», y un cofre, que podría referirse a la Virgen como recipiente de Cristo. Además, está terminado en su vértice por una rosa, que también es un símbolo mariano, aunque hoy en día está tapado por el Espíritu Santo.

Tras haber terminado la fase de eliminación de repintes y algunos añadidos volumétricos, ahora comienza el trabajo de retocar los colores, de estucado o «desestucado» de las lagunas, y la protección de la policromía mediante la aplicación de una resina acrílica disuelta en hidrocarburo aromático de baja proporción.

Aunque le faltan esos retoques, que estiman terminar en el plazo de un mes, ya se pueden apreciar los angelotes con su color original, la decoración con «marmoleados» rojos, verdes, blancos o azules, la expresividad que generan y la personalidad que confieren al retablo.