El miligar murió cuando era trasladado en un helicóptero estadounidense al hospital Role 2 de Bala Murghab, destacamento avanzado en la provincia de Badghis.
08 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.El sargento primero Joaquín Moya Espejo repelía tumbado un hostigamiento de los insurgentes afganos cerca de Ludina, en el noroeste del país, cuando un disparo de un arma ligera efectuado a 700 metros de distancia alcanzó su cuello, entró por debajo de la clavícula izquierda y se alojó en el corazón. Murió cuando era trasladado en un helicóptero estadounidense al hospital Role 2 de Bala Murghab, destacamento avanzado en la provincia de Badghis.
Moya, de 35 años y padre de un niño de 12, participaba en un ejercicio de instrucción del Ejército afgano cuando comenzó la refriega. Recibieron fuego desde una colina próxima, se protegieron y durante varios minutos defendieron su posición. El sargento iba protegido con un chaleco antibalas y casco, y permanecía cuerpo a tierra cuando fue alcanzado. Solo la «mala suerte», según fuentes militares, hizo que el proyectil de los insurgentes entrase por la única zona del cuerpo desprotegida.
Su cadáver llegó ayer a la base aérea de Torrejón de Ardoz en el Airbus 310 de la Fuerza Aérea española en el que viajaba la ministra de Defensa, Carme Chacón, acompañada por el jefe del Estado Mayor de la Defensa, José Julio Rodríguez. El acto de despedida se celebró a pie de pista y Chacón impuso a Moya a título póstumo la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, la mayor condecoración a los caídos en acto de combate.
Asistieron a la celebración los familiares del sargento y su exmujer, también militar que forma parte del mismo regimiento.