Las ministras juzgan intolerable que se les llame muñequitas

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID/LA VOZ.

ESPAÑA

Un artículo de un diario alemán ridiculiza la imagen de las mujeres del Gobierno

21 sep 2010 . Actualizado a las 02:29 h.

«Intolerable», «misógino», «claramente machista», «indignante». Estos son algunos de los calificativos con los que el Gobierno respondió ayer a un artículo publicado en el periódico alemán Frankfurter Allgemeine, en el que bajo el título de «Las muñequitas de Zapatero» ridiculiza la imagen y la vestimenta de las ministras españolas. El diario conservador, considerado un periódico serio y uno de los más prestigiosos de Alemania, sorprendió con un reportaje plagado de tópicos sobre las mujeres. El autor del artículo, Leo Wieland, no hace ninguna valoración sobre la capacidad política o la gestión de las ministras, a las que describe como mujeres preocupadas únicamente por su aspecto físico.

A la titular de Igualdad, Bibiana Aído, la llama la señorita «papá, que soy ministra», y afirma que utiliza vestidos «de quinceañera». Y se mofa de la ministra de Cultura, Ángeles González Sinde, hablando de su «look gitano» en el pie de una fotografía en la que aparece con una falda de volantes. Bajo otra imagen de Beatriz Corredor con un traje rojo se afirma que la ministra de Vivienda parece un semáforo.

Tampoco sale bien parada en el artículo la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, a la que se rebautiza como «De la Vogue», aludiendo al posado que las ministras hicieron para esa revista de moda, y de la que asegura que parece participar junto al resto de ministras en un «concurso de vanidades». De la responsable de Sanidad, Trinidad Jiménez, asegura que es asidua a las boutiques de la «milla de oro» de la calle madrileña de Serrano y añade que ahora que pretende ser candidata a la Comunidad de Madrid ha adoptado otro estilo «para poder acercarse a las masas». Algo mejor trata a Carme Chacón, de la que dice que estableció «nuevos estándares» al asistir a un acto del Día de las Fuerzas Armadas con un esmoquin de Purificación García.

A pesar del título, el texto no se despacha solo con las mujeres que forman parte del Ejecutivo, sino que asegura que en cuanto los socialistas españoles «ponen un pie en el poder» se vuelven «más chic». «En los hombres, lo primero que desaparece son las camisas de colores, después las patillas, el pendiente ocasional y por último las cazadoras de piel que se ponían los fines de semana para acudir a los barrios obreros». Cuando los socialistas españoles llegan al poder, insiste, «los huecos entre los dientes son cerrados» y «el amarillo de los dientes de fumador es pulido».

«Película de Fellini»

De José Blanco asegura que estaba «irreconocible» cuando asumió el cargo de ministro y que ahora «se ha hecho operar en Asturias por el oculista de la jet set española» para hacer desaparecer sus gafas. Y del propio Zapatero afirma que ya estando en la oposición contrató a un estilista y un asesor de imagen y que por ello «no es de extrañar que se mantenga como uno de los más elegantes de su Gabinete». Afirma que en su tiempo libre el presidente es fiel a «los vaqueros de la marca Boss». No obstante, añade que su estilo «flojeó el día que sus hijas góticas aparecieron en la Casa Blanca como si hubieran venido directamente de una fiesta de Halloween». Ni siquiera se libran de las críticas los políticos no socialistas, como Duran i Lleida, al que se cuestiona por usar demasiadas gafas, o Anasagasti, del que se dice que tiene «tres pelos de Fu Man Chú» que dispone «hábilmente en bandas alternativas transversales».

Del PP, los criticados son Soraya Sáenz de Santamaría, a la que se quiso convertir en «una especie de vampiresa» en un reportaje fotográfico en el que aparecía con «demasiada piel desnuda» pese a ser «baja y regordeta», y Rajoy, con una barba «cada vez más gris» y que parece surgido «de una película de Fellini».

De la Vega tachó ayer este artículo de «irrespetuoso, ofensivo, intolerable y antiguo», y añadió que «no solo es conservador, sino que pertenece a épocas que felizmente tenemos superadas».