Algo inusual hay en el sumario del chivatazo a ETA. El juez Baltasar Garzón levantó el secreto de la causa el 5 de octubre, pero el acceso a ella es restringido. El instructor sostiene que la delicadeza de los datos que han aflorado con la investigación no aconseja su conocimiento público y que, si esos datos viesen la luz, podrían causarse «daños irreparables» al Estado.
En las pesquisas aparecieron teléfonos e identidades de mandos de la lucha antiterrorista que el juez entiende que hay que preservar.
A pesar de que Garzón ha reconocido que ya se «practicaron múltiples diligencias» y que la instrucción está acabada, el levantamiento del secreto es muy parcial. Pocas veces Garzón ha puesto tanto ahínco en preservar la reserva de un sumario ya instruido. También la Fiscalía ha hecho todo por mantener en secreto buena parte de la causa. El juez incluso ha prohibido hacer copias de las actuaciones.