El presidente trata de recuperar el carisma perdido mientras crece la preocupación y el escepticismo en su propio partido por sus aparentemente erráticas decisiones
20 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Al presidente Zapatero le queda un desierto por cruzar hasta las elecciones en el 2012. ¡Cómo será de difícil la travesía, y la urgencia de otros por ocupar su puesto, que en las últimas semanas ha sufrido una ofensiva sin piedad en todos los frentes para debilitarlo! Hasta el presidente de las cajas de ahorro, Juan Quintás, hombre comedido, ha sugerido la posibilidad de un adelanto electoral a menos que se firme un pacto para combatir la crisis. Pero el PP no está para pactos salvavidas y la patronal tiene un presidente radicalizado, Gerardo Díaz Merchán, que no acepta pactos sociales, aunque lleve algunos meses sin pagar a los pilotos y azafatas de la línea aérea de la que es copropietario.
La situación de Zapatero es difícil, y su aislamiento, creciente. Trasciende que habla poco con sus ministros, que exhiben una desorientación notable, y menos aún con su partido. Para colmo, se le han rebelado sin disimulo los micrófonos y el periódico que hasta hace poco lo defendían. Un tertuliano de esa radio narra así su desconcierto: «Antes defendíamos todos a Zapatero, todos menos uno; ahora ese uno es, a veces, el más moderado». Para cruzar ese desierto político, además sembrado de minas, Zapatero se ha quedado ahora sin cantimplora.
Por eso, en las últimas horas ha comenzado la operación vitaminas para ZP. Primero el partido y poco antes el anuncio de su reunión con Obama. Se adelantó el comité federal con el objetivo de cerrar filas con el líder. Allí acudieron todos. Todos menos Montilla, pero sí Patxi López, el lendakari protagonista de una normalización política sin precedentes en el País Vasco y persona de creciente predicamento en el seno del PSOE. Atención a la trayectoria futura de Patxi. Y de paso atención a la de Alberto Núñez Feijoo en el PP, sin duda a día de hoy el personaje con más probabilidades de suceder en su día a Rajoy, con permiso de quien le disputa la plaza, el otro Alberto, Ruiz Gallardón.
«¿Tienen la consigna de apoyar a ZP en estos difíciles momentos?», le preguntaron a Marcelino Iglesias, presidente de Aragón, a la entrada de la reunión. «Consigna ninguna, tenemos sentido común», respondió uno de los más sensatos líderes del PSOE. Cierto. En la situación actual vale más que el presidente se recupere.
Preocupados
En el cónclave, Zapatero no habló de subidas de impuestos, sino que optó por la cohesión ideológica. «Hemos resistido la presión de los poderosos para cambiar el modelo social aprovechando la crisis», les dijo a los suyos en una de las reuniones con mayor participación: treinta y cinco peticiones de palabra, casi el doble de lo habitual. Lógico. Hay profunda preocupación en el PSOE por la marcha de las cosas. Zapatero ya no es el líder carismático de hace año y medio, cuando ganó las elecciones. Hay crisis económica, pero no se entiende su aislamiento y algunas de sus decisiones aparentemente erráticas. Hay escepticismo y algunas fotografías de ayer -observen las caras de Alfredo Pérez Rubalcaba, Carme Chacón y otros dirigentes sentados detrás de Rodríguez Zapatero mientras hablaba- así lo dan a entender.
Y hay preocupación también por la fuerza cohesionadora del PSOE. «Notamos demasiado la salida de Pepe Blanco; es un ministro excelente, pero el PSOE necesita un motor de tantos caballos como el suyo», comenta un presidente de autonomía de la mitad sur. Con todo, la reunión de ayer, que para Rajoy es «el intento de sumar a todos los socialistas en su error», supuso una ración de vitaminas para el presidente. Un fortalecimiento que se completará con la foto de Zapatero en la Casa Blanca. Cinco años después de su llegada al poder, el presidente español se sentará en el Despacho Oval que George Bush le cerró a cal y canto por la retirada de los soldados españoles de Irak y por los oficios de Aznar.
No es que por la reunión con Obama se resienta para bien el planeta, como insinuó en su día Leire Pajín, en una excelente conferencia que incluyó esa frase exagerada, solo una, por la que se le juzgó. Pero, sin duda, le viene muy bien en su decaimiento de imagen actual ese apuntalamiento.