La patronal boicotea el pacto social

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

Las propuestas de la CEOE desconciertan incluso a los empresarios; cualquiera entiende que para lograr el acuerdo no se puede quebrar el sistema de pensiones

26 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

A estas alturas del desencuentro ya no caben dudas. La patronal CEOE boicotea sin disimulo el pacto social. Lo sabe el Gobierno, los sindicatos e incluso los empresarios de la Cepyme, que han llegado a desconcertarse con las propuestas rompedoras de Gerardo Díaz-Ferrán.

Con un presidente del Gobierno acorralado parlamentariamente -aunque con su optimismo congénito confíe en salir del rincón-, el pacto social está liquidado, al menos por meses. Se puede discutir si es forzada la interpretación de que la patronal CEOE pidió el despido libre o solo el abaratamiento del despido. Pero es evidente que quien pide una rebaja de cinco o seis puntos en las cotizaciones a la Seguridad Social, o no sabe que se coloca en el ámbito de la irresponsabilidad, o definitivamente quiere boicotear el acuerdo. Cualquiera entiende que no se puede pagar el precio de quebrar el sistema de pensiones para lograr un pacto.

Para los que tienen la memoria fresca, o han leído el último libro de Gregorio Morán sobre Adolfo Suárez, lo que está sucediendo es muy parecido al proceso de demolición del presidente que hizo la transición. Se vivía una crisis económica -no tan grave y desconcertante como la actual, pero entonces no estábamos en Europa-, el presidente estaba en minoría en las Cortes y el líder de la patronal, Carles Ferrer Salat, se mostraba inmisericorde con Suárez para favorecer el Gobierno de la entonces denominada «mayoría natural», lo que hoy representa el Partido Popular.

Es decir: como entonces, la organización de la patronal, en primer término hace política, sin importarle la salida de la situación económica. No hay matices, dada la claridad de su actuación. Claro que tiene reivindicaciones sensatas que desgraciadamente ni sindicatos ni el Gobierno parecen dispuestos a atender. Hay empleados que abusan de la sobreprotección social, juegan con el seguro de desempleo sin conciencia o provocan su despido a base de bajas interminables por supuesta depresión. Algunos empresarios ofrecen pruebas de que el deprimido, o la deprimida, muestra durante la baja gran vitalidad en Facebook, por ejemplo. Alguna medida para atajar esos abusos deberían aceptar los sindicatos, porque los empleados responsables lo reclaman también.

Pero pretender una rebaja de cinco puntos en las cotizaciones sociales como propone Díaz- Ferrán es enviar a la tercera edad al desamparo. Hasta el PP debería recriminarle su exceso.

Lo dejó bien claro el nuevo presidente de Andalucía, José Antonio Griñán, en una conferencia en Madrid esta semana. Griñán es un experto en la cuestión porque era ministro cuando se firmó el Pacto de Toledo. Pedir una rebaja de cinco puntos es proponer la quiebra del sistema, vino a certificar detalladamente en su condición de experto en la materia. «Quien diga eso no se ha leído los informes sobre tendencias de envejecimiento de la Unión Europea y tantas cosas más», comentó.

Pero en un diálogo en el que le disparaban los titulares de la prensa conservadora -por ejemplo, sobre lo de la hija de Chaves, con Chaves presente en la sala-, Griñán anunció que cree muy posible el pacto social en Andalucía aunque no se alcance en Madrid. Y la sala estaba llena de grandes empresarios andaluces. Es decir, la patronal tiene grietas muy significativas, porque ni la Cepyme ni organizaciones territoriales importantes parecen suscribir la radicalidad de Díaz-Ferrán, a quien sobre todo apoya la cúpula del PP que ha salido a llamar a Zapatero chulo, prepotente y otras lindezas.

Algún alto cargo del PSOE estima que la Moncloa no debió proponer una cena a tres bandas para salir de madrugada con el pacto hecho si no tenía garantías previas de éxito. Otro replica que Zapatero quería retransmitir al país que con Díaz-Ferrán no hay pacto posible. Y Celestino Corbacho cuestiona la representatividad de la patronal. Sabe, porque lo ha escuchado especialmente a los catalanes, que la CEOE-Madrid siempre ha sido un órgano más para la política que para la defensa del empresariado. Pero nunca tanto como con un presidente catalán, Ferrer Salat, y con el actual. Entretanto, la crisis sigue su curso.