Abandonado a su mala suerte

Sara Barderas

ESPAÑA

Un empresario deja tirado delante el hospital a un trabajador accidentado y luego arroja su brazo amputado a un contenedor

11 jun 2009 . Actualizado a las 21:22 h.

Franns llegó a España desde Bolivia en busca de una vida mejor y se encontró con que las cosas son más difíciles de lo que esperaba. Consiguió trabajo en una panificadora de Valencia, pero como no tenía papeles, la empresa no le hizo contrato. Su jornada laboral era de 12 horas diarias, algo prohibido por la ley. Y la retribución, irrisoria: 700 euros al mes, lo que supone ganar 23 euros al día. Así durante dos años. A finales de mayo, la realidad mostró a este hombre de 33 años que cuando las cosas van mal, aún pueden ir a peor. Una máquina le atrapó el brazo brazo izquierdo y se lo amputó. Él mismo logró pararla para que no siguiera tragándose más partes de su cuerpo.

Y cuando el responsable de la empresa en la que trabajaba de 11 de la noche a 11 de la mañana tuvo que auxiliarlo, lo que hizo fue abandonarlo a 200 metros del hospital y conminarlo a que no dijera cómo había sucedido el accidente, porque estaba contratado de forma ilegal. Era la madrugada del 28 de mayo.

Así lo cuentan él y su familia, a quienes el sindicato CC.?OO. está ayudando para que la empresa panificadora, situada en la localidad de Real de Gandía, asuma judicialmente su responsabilidad. Los responsables de la empresa reconocieron que a Franns lo habían empleado de forma ilegal, pero negaron no haberle prestado la ayuda necesaria tras sufrir el accidente. En España hay empadronados 227.145 bolivianos, según los datos provisionales publicados recientemente. Con la grave crisis económica que azota el país, muchos inmigrantes están regresando a sus países de origen. Y dentro de estos, los bolivianos son los que más lo están haciendo.

Los médicos «no pudieron hacer nada» para salvar el brazo a Franns, cuenta Mario, su cuñado. Y es que tras el accidente, la panificadora se deshizo del brazo. Lo encontraron en un contenedor, metido «en un par de bolsas de plástico» que contenían también restos de masa de pan.

El empresario «regresó a la fábrica, limpió la sangre y tiró el brazo a un contenedor de basura», sostiene CC.?OO.

La panificadora continuó la producción, una producción que sale adelante con muchas personas como Franns Rilles, que trabajan sin contrato 12 horas diarias, por cada una de las cuales reciben poco más de lo que cuesta un café.