Padre de cinco hijos y con 45 años, Rafael Tirado, magistrado titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Sevilla, ya sabe lo que es estar en el ojo del huracán. Un protagonismo que ya vivió cuando instruyó una parte del caso Juan Guerra o cuando juzgó las negligencias médicas de un conocido ginecólogo sevillano. Pero lo del caso Mari Luz es radicalmente distinto, tan impactante que hasta el propio juez ha reconocido que está «moralmente hundido» al sentirse «responsable en parte de lo sucedido». La nula ejecución de la sentencia que condenaba a Santiago del Valle a dos años de cárcel por abusos sexuales a su propia hija dejó en la calle al pederasta reincidente que, presuntamente, asesinó a Mari Luz. Por todo eso, este juez cordobés es señalado como principal responsable de una cadena de errores judiciales y administrativos que imposibilitaron dar con un delincuente que nunca pisó la cárcel, a pesar de estar implicado en cinco casos de abusos sexuales.
Rafael Tirado es el sexto magistrado de su familia, a la que también pertenece Ángel Márquez (el que instruyó el caso Juan Guerra ) y otros conocidos juristas sevillanos. Además de haber presidido en Sevilla la Asociación Profesional de la Magistratura, se convirtió en acérrimo defensor de las mujeres. De hecho, recibió el premio Plácido Fernández Viagas por su formación y sensibilidad para hacer frente a la violencia machista. Desde entonces, no fueron pocas las veces que advirtió sobre la escasez de medios en los juzgados o de la posibilidad de colapso de estos órganos. Quizá por eso estos días, Tirado Márquez se confiesa triste y pesaroso.
Muchos compañeros salen en su defensa diciendo que está viviendo una tortura con el caso Mari Luz. Pero el juez que en 1995 ya fue sancionado por el CGPJ por retrasos acumulados, sabe que este caso es lo suficientemente grave como para andar con pies de plomo. Tanto, que desde ayer cuenta con protección policial por temor a posibles represalias.