Punto de inflexión

ECONOMÍA

Ya podemos afirmar que la banca española puede soportar una nueva recesión

27 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya podemos afirmar que la banca española puede soportar una nueva recesión. Y aunque no es deseable, es tranquilizante saber que contamos con un sector financiero con plomo, y no arena, en los pies. Ciertamente, muchas cosas han cambiado. Si uno echa la vista atrás y recuerda los niveles de capital de máxima calidad de Caixa Galicia y Caixanova, esos que los ajenos nunca éramos capaces de averiguar, veremos que ante el primer golpe de crisis se situaron en un entorno inferior al 3 %. Hoy, el Banco Central Europeo afirma que Abanca, si el país sufriera una nueva recesión, estaría por encima del 9 %; es decir, más de tres veces ese nivel, por lo tanto, tranquilidad y futuro. No es poco.

Pero que las buenas notas de nuestra banca no nos hagan olvidar un par de cosas. La primera es que arranca un nuevo marco metodológico, que no deja de ser un paso más en el camino de la unión bancaria y, en segundo lugar, que obtener un peor resultado en un escenario adverso no debe ser siempre analizado como debilidad.

La solvencia bancaria no es un volumen de capital, sino una ratio entre capital y riesgo; por tanto, es lógico que aquellas entidades más pegadas al crédito empresarial y familiar acusen, en un hipotético escenario de crisis, mayores pérdidas que las que han pasado la recesión comprando deuda pública y olvidándose de sus clientes. Cuidado, por tanto, ante futuras campañas de márketing y no les demos medallas inmerecidas a las entidades zombis, a esas que le han dado la espalda a empresarios y familias y, por tanto, llegan hoy a los test de estrés libres de riesgos.

¿Capitalizaciones? No se esperan, pero tampoco se deben descartar. La nueva regulación financiera de Basilea III pone límites a los niveles de apalancamiento, y lo hace vinculando el nivel de endeudamiento al capital de máxima calidad, el denominado Core Tier I. Esto viene a significar que es imposible crecer sin capitalización y, si no se desea diluir la propiedad (lo que lastraría el valor en bolsa), el camino solo tiene una dirección, sustituir el dividendo en metálico por acciones de nueva emisión.

¿Y el crédito? Lo veremos crecer, y en especial en aquellas entidades con un nivel de capitalización más elevado en el escenario adverso, sobre todo porque son las que mejor pueden soportar un empeoramiento de la calidad de sus activos. En todo caso, ante el problema del crédito al sector privado, hay que decir aquello de «vísteme despacio que tengo prisa». Hoy hay liquidez, proporcionada por el Banco Central Europeo, y hay solvencia, ¿qué falta? Demanda interna que dé solidez a los balances de las empresas, y obviamente la apertura del crédito es un factor para esta pescadilla que se muerde la cola, pero no el único. Más agentes deben hacer sus deberes para que la actividad económica pierda su debilidad y se mueva en escenarios de robustez.