Apie de obra resulta imposible arrancar un testimonio a un operario luso. Tampoco los gallegos están por la labor. El temor a perder el empleo es mayor que nunca, porque nunca fue tanta la demanda de empleo en la construcción. Los buzones situados en las casetas a la entrada del recinto vallado están desbordados de currículos de parados del sector.
«Aquí nadie pone remedio a esto y lo que están consiguiendo es que todos ganemos menos», denuncia un operario señalando una furgoneta de matrícula portuguesa.
Explica que la competencia desleal y el gran número de desempleados que existe en la construcción ha provocado una depreciación del valor del trabajo.
«Una cosa es el convenio, pero pregunta por ahí y verás a cómo se está pagando la hora. Sé de gente que anda ya por los 7,20 euros, y aceptan porque no hay otra cosa», asegura este joven trabajador. Pero la situación de desigualdad entre un operario portugués y un español va más allá de la nómina.
Fuentes de los trabajadores aseguran que las empresas portuguesas obligan a sus empleados a comprar la ropa de trabajo y los equipos de seguridad. Explican que, además, los operarios deben de hacerse cargo de los gastos del material de obra que se estropea y hasta de la reparación de los vehículos, que se le descuenta del sueldo.