Un día en la capital del viento

Jorge Casanova
Jorge Casanova MURAS / LA VOZ.

ECONOMÍA

Muras, con tantos parques como toda la provincia de Ourense, sigue perdiendo población y apoyando su economía en una fábrica de tubos y la ganadería extensiva

19 dic 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Ubicado en plena sierra de O Xistral, el concello de Muras es uno de los que muestran peor perfil demográfico en Galicia. Poco más de 800 vecinos repartidos en 170 kilómetros tradicionalmente mal comunicados por la difícil orografía municipal. Hace quince años, se abrió un horizonte nuevo para el concello: la energía eólica. Allí se instalaron los primeros parques de Galicia y allí se siguen instalando. Por allí giran cientos de molinos. Y se ven. En muchos puntos del municipio los aerogeneradores coronan una panorámica de 360 grados. Ni un golpe de vista queda exento de las enormes aspas blancas.

Quince años después, más allá de los aerogeneradores, apenas se aprecian las consecuencias de esta inesperada riqueza:

-¿Cuántos parques tienen en el ayuntamiento?

-No lo sé.

Responde Issam Alnagm Azzam, el singular alcalde del pueblo que lleva 20 años en el poder y, de alguna manera, ha capitaneado el desembarco eólico: «No se lo puedo decir ahora mismo, porque muchos parques están compartidos con otros concellos. Para que se haga una idea, hay tantos como en toda la provincia de Ourense». Issam defiende la riqueza que los molinos han traído al pueblo: «Todos ganan. Los que vendieron recibieron sus beneficios y los que han alquilado también perciben dinero que les da para hacer sus fiestas y algunos gastos vecinales. Y las licencias de obra y los impuestos que estas empresas pagan al Concello revierten en servicios para todos los vecinos».

El alcalde despliega su discurso al estilo Fraga: abriendo el correo y saliendo con frecuencia del despacho para consultar con otros funcionarios. Entra y reemprende la conversación. Dice que sin la aportación de las eólicas sería imposible pagar la recogida de basura, aunque presume de gobernar un concello con desempleo cero. No por las eólicas, claro, sino por una fábrica de tuberías que mantiene 200 empleos a la vera del Eume. Todo eso, sin embargo, no puede evitar que el censo siga cayendo a un ritmo del 4% anual. Hasta la fecha, el dinero que las eólicas han dejado en Muras no ha puesto en marcha ninguna actividad económica más allá de la generación de energía y la apertura de pistas. Ninguna inversión relevante, ningún proyecto nuevo, ninguna comunidad de montes prosperando.

Falta de iniciativa

«Falta un poco de iniciativa, pero eso no lo ponga», dice el alcalde. La primera con una inversión seria se adoptó este año y, para la oposición municipal, se trata de una iniciativa demasiado osada: 640.000 euros del canon de compensación eólica que irán destinados a la compra de una aldea abandonada. El proyecto es recuperar un espacio etnográfico con empleo para más de 20 personas que sirva como referente turístico del concello. Un plan, al fin. El problema es que parte de la aldea ya es del alcalde y el asunto tiene a varios vecinos escamados, incluida la oposición, que acusa al regidor de una actitud indigna en esta operación.

En la oficina bancaria, el director, que ya estaba allí antes de la eclosión eólica, admite que hay quien recibe buenas rentas, pero que, en general, los aerogeneradores no le han dado ningún impulso a su oficina: «Piense que las empresas no están radicadas aquí». Efectivamente, una pequeña oficina y algún coche de mantenimiento que ocasionalmente pasa por el pueblo son todo el rastro empresarial que se detecta en Muras. Por el interior es distinto, hay actividad de mantenimiento, porque hay mucho aerogenerador.

Vacas y palos

En el cruce de Viveiró, vacas, grúas y molinos comparten una finca. Las grúas están sustituyendo unas aspas defectuosas y tienen en danza a varios operarios. Uno de ellos, un chaval de Lugo apoyado en una pick-up , admite que, de todos los que hay allí, ninguno es de Muras. El único local es un paisano que recoge palos en un rincón del vallado: «Hai que prepararse, que vai nevar». No, la finca no es suya ni tiene propiedades afectadas por el eólico. Dice que fue obrero toda su vida, que ahora vive solo y que recibe cuatro horas semanales de ayuda a domicilio.

-¿Y le parece que el pueblo es más rico con los molinos?

-¡Home! Algúns seguro que si. Páganlles moito.

No es su caso, dice. Y se va con la carretilla llena de palos para pasar el invierno en uno de los concellos de mayor producción energética de Galicia.