Valeriano Gómez: «Hay que aclarar y regular mejor el despido por previsión de pérdidas»

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID/LA VOZ.

ECONOMÍA

El ministro de Trabajo entra en el debate de las pensiones y sostiene que las nuevas medidas de apoyo a las empresas reducirán su aportación fiscal, pero cree que aumentarán la inversión y ayudarán a bajar el paro

21 nov 2010 . Actualizado a las 18:34 h.

Valeriano Gómez se resiste a asumir el tono pesimista que Zapatero empleó el jueves en el Congreso sobre la evolución de la economía. «El tercer trimestre fue razonablemente bueno. Enlazamos dos trimestres buenos. Pero hay que convalidar esa buena ejecutoria. En el cuarto trimestre estacionalmente no hay tanto crecimiento. Vamos a ver cómo se comporta. No hay razones para el pesimismo, pero tampoco para lanzar las campanas a vuelo». Así interpreta el giro del presidente del optimismo desbordado a la prudencia extrema.

-¿Qué datos nuevos hay para que Zapatero abandone su habitual optimismo?

-Hablamos de un crecimiento en tasa interanual del 0,2%. La intertrimestral es del 0%. Y hay una revisión del segundo trimestre, que situaba la interanual en el 0,3%. Comenzamos a crecer, pero es insuficiente para crear empleo. Hay que crecer entre el 1,5% y el 2%. Estamos lejos. A eso se refiere el presidente.

-¿La crisis de Irlanda ha metido prisas para reformar el modelo de pensiones?

-Creo que no. La situación de la economía española y la internacional no es ni mucho menos la mejor. Estamos todavía instalados en una crisis profunda de la que comenzamos a salir. España ya ha comprometido públicamente un proceso de reformas. Ha estado dos años dialogando sobre el mercado de trabajo. No hay relación directa entre lo que pueda ser la situación financiera en Europa y la política de reformas del Gobierno. Cada cinco años se somete a revisión el sistema de pensiones. Y este año tocaba hacerlo. Estamos en noviembre. Es necesario concluir los trabajos del Pacto de Toledo. Y para el proyecto de ley, una vez finalizado el 31 de diciembre el proceso de discusión en el Parlamento, el Gobierno quiere emplear solo tres meses para la discusión de la ley con los interlocutores sociales.

-En época de crisis se piden esfuerzos a todos. Pero el Gobierno acaba de aprobar nuevas ventajas fiscales para las empresas. ¿Qué esfuerzos se le piden a los empresarios?

-Es que las empresas han visto reducirse drásticamente sus beneficios y su inversión. Hay que tener en cuenta no solo a las muy grandes empresas, que suelen presentar resultados razonablemente buenos, aunque también los han visto reducidos durante la crisis, sino al conjunto del tejido productivo. Centenares de miles de empresas que están pasándolo mal también. En ese mundo tan amplio las cosas van razonablemente bien durante los últimos meses, pero hay una historia que viene de atrás de crisis y dificultades. La idea de estas nuevas medidas es producir mejoras durante un tiempo tasado en las posibilidades de amortización. Se reducirán las aportaciones en el ámbito fiscal, pero si el resultado es una recuperación de la inversión, esto no es malo ni para los empresarios ni para los trabajadores, en la medida en la que puede recuperarse el empleo.

-¿No se plantean por ejemplo aumentar las cotizaciones en los contratos temporales para desincentivarlos?

-En mi opinión, este no es el momento de hacerlo. En el futuro, una vez que la economía recupere el crecimiento, tenemos que producir reformas en ese ámbito. Equiparar los costes del trabajo temporal y el indefinido. En España es demasiado caro contratar de forma indefinida y demasiado barato de forma temporal. En el futuro hay que plantear una reforma que haga más estimulante para las empresas el contrato indefinido.

-De momento, la reforma laboral está abaratando el despido al habilitar un ERE de solo 20 días por año trabajado. ¿Si continúa esa tendencia se plantearían retirar la reforma?

-La reforma no está alterando las pautas en las que se despide en este país. La principal alteración se produjo en el 2002, con una reforma del PP que permitió que los trabajadores puedan ser despedidos con 48 horas de preaviso sin necesidad de causa formal. Tanto la alteró que en plena crisis más del 85% de los despidos se hacen por esa causa. Que haya mucho ERE en situación de crisis es normal. Pero el ERE es dialogado y se arbitran salidas alternativas, salidas complementarias, planes de empleo alternativos y con acuerdos respecto a la indemnización. En España no han crecido esos expedientes como consecuencia de la reforma. Crecieron por la crisis. La reforma no opta por el despido facilitándolo. No altera el mecanismo.

-Pero sí abarata el despido al permitirlo con 20 días por año con la mera previsión de pérdidas.

-Antes de la reforma, el despido objetivo exigía una situación negativa de las empresas. La reforma sustituye esa expresión por pérdidas y previsión de pérdidas. Hay que aclarar y regular mejor el despido por previsión de pérdidas. Hay que definirlo mejor en los reglamentos, pero eso no altera la manera en que se despide. Por ahí no cabe esperar grandes modificaciones. No tiene sentido que en plena crisis las empresas sigan utilizando en el 85% el despido improcedente. Y no el objetivo, cuando ahora podrían utilizarlo. No queremos que utilicen el despido. La reforma está planteada para que lo utilicen menos.

-¿Pero hay todavía espacio para cambiar algo de la reforma mediante el diálogo?

-La reforma está aprobada en el Parlamento. Y no es propio de un país serio cambiar una ley meses después de ser aprobada. El diálogo está vinculado a su desarrollo. Se puede hacer frente a los aspectos que los sindicatos ven más preocupantes, como la propia reforma de la negociación colectiva. Hay terreno suficiente en la discusión que nos queda en la negociación colectiva, en leyes pendientes como el fondo de de capitalización de despido. Hay espacio para discutir aspectos insuficientemente abordados en la reforma laboral.