Joseph Stiglitz propone crear un impuesto para que la banca pague sus culpas en la crisis

Agencias

ECONOMÍA

06 oct 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El sistema financiero debería estar sujeto a un nuevo impuesto que disuada a sus directivos de llevar a cabo prácticas como las que han acabado por desatar la mayor crisis desde la Segunda Guerra Mundial. Su recaudación serviría para paliar los efectos de la tormenta en los países más pobres. Esa es la idea que defendió ayer en Estambul el nobel de Economía Joseph Stiglitz, quien sentenció que la banca «ha contaminado la economía global con activos tóxicos y ahora le toca limpiar».

En su opinión, en la actualidad es mucho más factible que en el pasado imponer una tasa de estas características. De hecho, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Khan, aseguró hace unos días que entre los planes del organismo figura el análisis de fórmulas para establecer impuestos a la industria financiera, tal como solicitó el G-20 en su último encuentro, celebrado en Pittsburgh.

Sin embargo, en la mente del ganador del Nobel de Economía no figura la tasa Tobin ?-que gravaría las transacciones globales de divisas- de la que tanto se ha hablado últimamente, ya que la considera simplista y difícil de implementar. A su juicio, cualquier nuevo tributo debería cubrir todas las clases de activos y poner coto a la «destructiva innovación de los banqueros».

En el capítulo de la ayuda a los más pobres, Stiglitz recordó que a principios de este año Washington aprobó «en una hora» un paquete de estímulo de 700.000 millones de dólares, el equivalente a la ayuda global que han recibido las economías más desfavorecidas en los últimos diez años.

Por otra parte, la vicepresidenta económica española, Elena Salgado, formalizó ayer el acuerdo con el director gerente del FMI sobre la aportación de 4.140 millones de euros al organismo para hacer frente a la crisis. El acto tuvo lugar en la oficina de Strauss-Kahn en el Centro de Convenciones de Estambul en el marco de la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El acuerdo forma parte de la promesa que hizo la Unión Europea en marzo de contribuir con 75.000 millones de euros a las arcas del Fondo.