Los habitantes del lugar se quejan de que la nueva central, presupuestada en 117 millones y que contratará a 250 trabajadores, no repercute en la economía local
17 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.En los pequeños núcleos de A Rasa, Loureiro o Vilar de Cerredo, próximos a la central hidroeléctrica de Santo Estevo, en el municipio ourensano de Nogueira de Ramuín, no se perciben demasiados indicios de la faraónica obra de ingeniería que la empresa Iberdrola está realizando en la zona, en pleno corazón de los cañones del Sil. El objetivo es ampliar la capacidad de generación eléctrica del actual embalse, creado en 1955, y pasar de los 265 megavatios de potencia a 441.
Para materializarlo, la empresa ha apostado por una central subterránea, excavada en la roca de la misma montaña en la que se sustenta el lateral izquierdo de la actual presa, aunque varios metros por encima del nivel del embalse. Tomarán el agua en el fondo del cauce, la llevarán a la turbina ubicada en el interior de la montaña y la evacuarán al río en una localización posterior a la presa actual, aguas abajo.
Traducido a cifras, las obras costarán a Iberdrola 117 millones de euros y por ellas pasarán 250 trabajadores durante los cuatro años previstos para finalizarlas, según los cálculos de la empresa. A ello hay que sumar los cinco millones de euros que la compañía pagará en total, en concepto de impuesto sobre bienes inmuebles (IBI), a los diez concellos afectados por el embalse -repartidos entre las provincias de Lugo y Ourense-.
Pero todas estas cifras dejan impasibles a los vecinos de la zona. Tampoco les motivan las protestas de los ecologistas que rechazan esta obra en plena zona protegida por la Red Natura. «Aquí o único que vemos é como pasan os todoterreos cos traballadores, que temos a pista estragada, que aguantamos os petardazos que usan para as voaduras, e que dos postos de traballo que dicían que ían dar, nada de nada», resume Sixto Vázquez, del pueblo de Loureiro.
La empresa dice que 17 de sus actuales operarios son de los municipios afectados, pero mantiene que una vez finalicen los trabajos más especializados que se están realizando en esta primera fase y se incorporen nuevas empresas a la obra, se ampliará el número de contratados locales.
Los vecinos miran las promesas con escepticismo «porque tamén dicían que iamos notar máis xente que faría gasto, pero aquí seguimos tendo os mesmos clientes de sempre», comenta Herminio Pato, del Bar Pingueiras.
El tema de la carretera que los habitantes utilizaban para llegar a Ourense, Monforte a Os Peares es otro motivo de disgusto, ya que el paso de camiones y maquinaria ha levantado el firme convirtiéndola en intransitable para los coches. Usan otro vial, pero pierden tiempo.