Estados Unidos ignora el destino de 350.000 millones de dólares que el Tesoro dio a las entidades financieras

César Muñoz Acebes

ECONOMÍA

25 ene 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El Gobierno de Estados Unidos se ha dado cuenta de que no tiene ni idea de qué ha pasado con los 350.000 millones de dólares que ha dado a los bancos para que volvieran a conceder préstamos, aunque sí sabe que el crédito apenas ha aumentado. «Algunas de las noticias que hemos visto en los últimos días hablan de empresas que han recibido ayudas y las han usado para reformar los baños o las oficinas», se quejó el nuevo presidente, Barack Obama. Deben de ser baños de oro, porque 350.000 millones de dólares es más que todo lo que producen, por ejemplo, los argentinos en un año. Neil Barofsky, encargado de supervisar el uso de los fondos, ha reconocido que «prácticamente se desconoce lo que los receptores de las inversiones del Tesoro han hecho con el dinero y sus planes para cumplir con los requisitos de compensación».

El programa impuso algunos límites a la remuneración de los directivos, pero los banqueros aparentemente no han tenido problemas en sortear el obstáculo. El caso más flagrante hasta ahora ha sido el del banco de inversión Merrill Lynch, que en diciembre otorgó a sus ejecutivos entre 3.000 y 4.000 millones de dólares en bonificaciones por buen desempeño. El consejo directivo de Merrill otorgó las bonificaciones días antes de informar de pérdidas por valor de 21.500 millones de dólares en el cuarto trimestre y mientras Bank of America, que accedió a comprar el banco en octubre, llamaba a la puerta del Gobierno para pedir más ayudas para llevar a cabo la operación. Los premios fueron aprobados en diciembre, en lugar de en enero, como es usual, aparentemente para impedir que Bank of America bloqueara la decisión. Al final, quien pagó por todo fue el contribuyente estadounidense, que dará préstamos por valor de 45.000 millones de dólares a Bank of America. Al mismo tiempo que han recibido el dinero del Gobierno por su precaria situación económica, los bancos han continuado con sus programas de relaciones públicas para ganarse el favor del Congreso.