El presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, defendió ayer la independencia de la compañía que dirige y afirmó que si un accionista quiere coger el timón de la petrolera «tendrá que lanzar una opa por el 100% del capital», en alusión a la posible entrada de la compañía rusa Lukoil. «Por debajo del 30% no se controla la empresa, lo dice la ley de sociedades y la normativa de opas», dijo en la tradicional celebración de Navidad de la firma.
Brufau explicó que si una compañía toma una participación inferior al 30%, límite legal para lanzar una opa por la totalidad, debe conocer «las reglas del juego» internas de Repsol, que son el código de conducta y una representación proporcional en el consejo de administración.
Si además es competidor, situación que se da con Lukoil, para estar presente en el máximo órgano de gestión de la compañía deberá demostrar que su aportación es «positiva» y si no se cumple esta premisa «no podrá sentarse en él», advirtió.
No obstante, señaló que un accionista con una participación del 29,9% tendrá «un trato preferente y una posición relevante» en el consejo, «siempre que respete el código de conducta y las reglas internas».
El directivo aseguró que, mientras él continúe como presidente, la empresa «será privada y tendrá un proyecto independiente», aunque advirtió de que para que los planes industriales tengan continuidad, la petrolera debe estar al margen de «vaivenes accionariales».
Operación en vía muerta
La operación Lukoil se enfría tanto en el lado político como en el financiero. La firma rusa no ha dado aún con la fórmula para hacerse con el 20% de Sacyr en Repsol, al que añadiría otro 9,9% de accionistas como La Caixa, Caixa Catalunya y Mutua Madrileña. Lukoil ha puesto sobre la mesa garantías adicionales para que el sindicato de 48 bancos que en el 2006 le prestaron 5.175 millones a Sacyr le permita subrogarse al crédito. Pero las entidades quieren renegociar las condiciones del préstamo, ya que la situación del mercado ha cambiado, y se han dado una semana para estudiar las garantías adicionales que Lukoil quiere aportar.
En el PSOE, y en el seno del Gobierno, cada vez surgen más voces reacias a que la petrolera rusa entre en la española. A las reticencias expresadas por el ministro de Industria, Miguel Sebastián, y el de Economía, Pedro Solbes, se han unido las palabras del ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, quien esta semana llegó a referirse a la antigua «Unión Soviética» como un país «que no es homologable a una democracia» por lo que, a su juicio, la entrada de la empresa rusa Lukoil en Repsol «plantea serias dudas».
La vía muerta en la que ha entrado la operación reactiva una vez más el interés de Sacyr por resolver el futuro de su otro activo en venta, la concesionaria de autopistas Itínere, donde se integra la gestora de las vías gallegas Audasa. Sacyr mantiene una deuda de 18.500 millones. La venta de Itínere le borraría de un plumazo 5.000 y le aportaría 2.500 millones más en metálico.