El denominado céntimo sanitario, impulsado en la era Fraga para financiar el gasto de los servicios sociales y de salud, se ha convertido en el principal argumento de las petroleras para defender una política de precios que condena a los gallegos a pagar los carburantes más caros, a pesar de que sus salarios son un 15% inferiores a la media española. Ni Repsol ni Cepsa quisieron valorar ayer la discriminación que vive la comunidad gallega. Y se remitieron a la patronal del sector, la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), para analizar la situación. Su director general, Álvaro Mazarrasa, se mostró claro: «Nosotros nunca entramos a valorar las políticas de precios de las compañías. He estado leyendo algo de la polémica suscitada en Galicia, pero en esa autonomía hay un elemento diferencial que es un impuesto, el céntimo sanitario, que explica la diferencia».
Las petroleras advierten de que no hay nada en contra de la comunidad gallega y recuerdan que, en otros territorios, como Madrid, Asturias, Cataluña o Castilla-La Mancha, donde también está en vigor el tramo autonómico del impuesto minorista de hidrocarburos, las gasolinas están igual o más caras.
Sin embargo, esta línea argumental no convence a los sectores afectados. Transportistas y consumidores recuerdan que el argumento de las petroleras puede servir para el carburante de 95 octanos, porque ahí sí se aplica el gravamen máximo (0,024 euros por litro). Pero advierten de que en el caso del gasoil, la fiscalidad es solo de 0,012 euros, por lo que en ningún caso puede existir una brecha respecto a la media española que se sitúe en los dos céntimos, tal y como sucede ahora. Los datos difundidos ayer por el Ministerio de Industria sobre los precios de las estaciones de servicio revelan que este carburante estaba ayer en la comunidad gallega a 1,016 euros en la mayoría de puntos de venta, 0,02 euros más caro que los surtidores de León, donde no existe el céntimo.
«Yo creo que la diferencia de precios respecto a otras comunidades, que perjudica a los gallegos, hay que buscarla también en otros factores, y no solo en el céntimo: en Galicia, el control que Repsol y Cepsa tienen sobre el conjunto de la tarta de mercado es mayor que en otras autonomías españolas, y a esto se suma que aquí apenas hay estaciones en manos de cooperativas e hipermercados», revelan fuentes del sector minorista de Galicia.
Por quinto día consecutivo en lo que va de semana, el precio del gasoil en gran parte de las estaciones de servicio permaneció ayer a 1,01 euros, pese a que la cotización del barril de crudo brent ha pasado esta semana de 59 a 51 dólares.
«Alguien debería explicarnos cómo es posible esto: Industria y Economía tendrán algo que decir al respecto», precisó ayer Juan Carlos Ulla, portavoz de la Asociación Gallega de Consumidores (AGC). La Comisión Nacional de la Competencia ya tiene abierta una investigación sobre si las principales petroleras retrasaron la aplicación de la bajada del crudo al precio final de los carburantes. Según los datos que manejan los gasolineros independientes gallegos, con los niveles actuales a los que se vende el petróleo, la gasolina podría estar un céntimo más barata y el diésel, que es el combustible de mayor demanda, podría bajar entre ocho y diez céntimos más.
«Esto no es una cosa que nosotros nos estemos inventando; yo defiendo que existe un margen para abaratar el diésel en Galicia y en el resto del país también», insistió ayer Casto Bravo, que pertenece a la Confederación Española de Estaciones de Servicio. Las organizaciones de consumidores denuncian que las petroleras retrasan la bajada en los surtidores cuando cae el brent, mientras incrementan rápido los precios finales cuando sube su cotización internacional.