El euro volvió ayer a hacer historia y, por primera vez desde su creación en 1999, sobrepasó la barrera de los 1,6 dólares. Lo hizo catapultado por las sorprendentes declaraciones del gobernador del Banco de Francia, Christian Noyer, miembro del consejo de gobierno del BCE, quien aseguró que si hace falta la autoridad monetaria europea no dudará en echar mano de una subida de los tipos de interés para controlar la escalada de los precios y lograr el objetivo de inflación del 2%. Sus declaraciones se produjeron justo un día después de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) reiterara su opinión de que el Banco Central Europeo debería rebajar el precio oficial del dinero para amortiguar los efectos económicos de la crisis financiera.
De las palabras de Noyer se deduce que el endurecimiento de la política monetaria sería el último recurso para contener la inflación, pero también que los tipos de la eurozona se mantendrá en el 4% durante los próximos meses. Un inmovilismo que no se repetirá al otro lado del Atlántico, donde, según la opinión casi unánime de los analistas, la Reserva Federal volverá a rebajar las tasas de interés para hacer frente a la brusca desaceleración de la primera potencia del mundo, una situación que el FMI califica ya de «leve desaceleración». Los expertos dan por hecho que la institución que pilota Ben Bernanke aplicará un nuevo recorte en la reunión que mantendrá la próxima semana
Pistas
Las últimas pistas sobre el mal estado de la economía estadounidense llegaron ayer de la mano de las ventas de viviendas de segunda mano, que retrocedieron en marzo un 2%, pese a la caída de los precios.
Este incremento del diferencial de los tipos entre la zona euro (situados actualmente en el 4%) y Estados Unidos (2,25%) aumenta la rentabilidad de los activos denominados en euros, lo que ha estado alimentando la escala de la divisa única desde que comenzó el año. En ese período, la moneda europea se ha revalorizado más de un 8% frente a la estadounidense.