El huracán «subprime» deja millones de víctimas a su paso

Tatiana. Fernández

ECONOMÍA

Mientras el Gobierno de Bush intenta poner freno a la crisis crediticia, más de dos millones de estadounidenses se enfrentan estos días al riesgo de perder sus casas

03 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Tras la crisis provocada por el terremoto crediticio, 2,2 millones de estadounidenses se afrentan estos días al riesgo de perder sus casas al norte de río Bravo. La Voz analiza en primera persona las causas del hundimiento inmobiliario y pone rostro a algunos de los afectados.? Cuando la española Isabel A. Gutiérrez escuchó por primera vez mentar la crisis de los créditos subprime -una situación que desde la primavera pasada azota a la economía estadounidense- esta profesora de 34 años y residente en Miami respiró aliviada pensando que por una vez vivir de alquiler le supondría una ventaja en su vida. «Poco después me llegó una orden de desalojo del juzgado, el documento me informaba de que mi casero había dejado de pagar su hipoteca y me daba 90 días para abandonar el inmueble». ?

Millones de afectados

Víctima colateral de un problema que afecta ya a 2,2 millones de propietarios al norte de río Bravo, el caso de Gutiérrez es la última consecuencia tras la explosión de la burbuja inmobiliaria nacional por culpa de los llamados «créditos basura», destinados a compradores con pocos recursos. «Y yo no soy la única»?-aclara la afectada en una entrevista telefónica con La Voz- «en mi barrio hay al menos cuatro edificios vacíos por la misma razón. Los dueños piden dinero al banco pagan dos o tres plazos y después se marchan del país con el resto de efectivo». Un aluvión de fraudes favorecido en los últimos años por la extrema laxitud de las entidades bancarias, «quienes ni siquiera comprobaban el estatus legal de la persona antes de autorizar los préstamos». La que habla es Araceli Panameño, analista del Centro para el Préstamo Responsable, una ONG ubicada en la capital del Estado, Panameño lleva meses estudiando las verdaderas causas del fenómeno subprime . Según sus últimas conclusiones -y más allá de la visión simplista del fraude y la especulación- para comprender el origen de esta cadena de desastres «hay que remontarse en realidad a principios de los años ochenta». Es durante es década cuando ante la saturación del mercado crediticio -«y sabiendo que todo el que calificaba para recibir un préstamo ya lo tenía»-, los bancos deciden apostar por los préstamos de alto riesgo. Embarcados en la rentable empresa de maximizar beneficios, el peso del negocio de este tipo de créditos pasó del 5 al 25% del mercado total en solo diez años.

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Según Panameño en este incremento cobraron un papel fundamental las agresivas campañas de publicidad destinadas sobre todo al público afroamericano e hispano con frases como «La propiedad privada es un derecho innato», «Le daremos el dinero en cualquier situación». «Pocos se resistieron», asegura la especialista quien matiza que detrás de las promesas se escondían en realidad condiciones de pagos «abusivas»

Más concretamente muchos de estos créditos pertenecían a la categoría calificada como «híbrido», nombre reservado a aquellos préstamos cuyo interés pasa de fijo a variable en tan solo 24 meses.

Culpables e inocentes

Tras la publicación de un estudio que predecía que al menos 73.000 de estas familias no celebrarían las Navidades bajo un techo por el peligro de embargo, las búsqueda de responsabilidades comenzó a elevarse incluso al propio Gobierno, quien hace algunas semanas decidió tomar cartas en el asunto y anunciar un paquete de medidas especiales, que incluyen la congelación de los intereses por un plazo de cinco años. Una actuación que ya ha sido calificada de «insuficiente» desde las filas de la oposición debido a las limitaciones impuestas a los beneficiarios, ya que solo podrán solicitar ayudas aquellas personas con hipotecas emitidas entre el 2005 y el pasado 31 de julio y con menos de 30 días de retraso en los pagos. No solo no gusta en la arena política, el plan de Bush tampoco convence a los expertos.

«Ahora en vez de llamarme a mí llamarán al teléfono de la esperanza», bromea Panameño en relación a la línea habilitada por el Gobierno. «Pero la gente no necesita esperanza, lo que necesita de verdad es que se apliquen las leyes y eso no hay presidente que lo cambie», apostilla.