El álbum de guerra de Rogelio Arca

La Voz

DEZA

03 feb 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

La editorial ourensana Difusora de letras, artes e ideas ha rescatado del olvido el diario de campaña de Rogelio Arca Rivas, un cantero de Cerdedo que participó en la defensa del Madrid republicano en 1937. Rogelio Arca no era el único cantero cerdedense implicado en la contienda. Las obras públicas arrastraron a la capital a decenas de emigrantes temporeros de Terra de Montes que trabajaron en las cuadrillas de canteros, albañiles, mamposteros o carpinteros. Ellos enlosaron la Plaza Mayor y dieron altura al edificio de Telefónica o a la catedral de la Almudena. Muchos se afiliaron a los sindicatos y, al estallar la Guerra Civil, todos se vieron en medio. Canteiros da Terra de Montes no Exército Popular da República. Álbum de guerra recoge no sólo las anotaciones personales de Rogelio Arca, sino también el estudio que a partir de ellas ha realizado el investigador cerdedense Dionisio Pereira sobre los milicianos de la comarca que lucharon en Madrid en el bando republicano. Al menos 38 de ellos -27 de Cerdedo y 11 de Forcarei-, cayeron en la guerra.

Rogelio Arca tiene ahora 94 años. Desde joven fue un comprometido militante de la CNT. El frustrado golpe de julio de 1936 lo sorprendió en Madrid ganándose el pan como cantero. Los primeros días del levantamiento anotó algunas impresiones en unos papeles que el tiempo convirtió en las primeras páginas de su diario de guerra. Aquellas cuartillas relatan desde su incorporación a las primeras columnas de las Milicias Confederales en los últimos días del mes de julio de 1936 hasta su última guardia en las filas del Ejército Popular, la reclusión en la plaza de toros de Teruel una vez entregadas las armas y el retorno a su domicilio bajo las penosas condiciones impuestas por los vencedores. Rogelio Arca sacó su alma de reportero y anotó sistemáticamente cada aventura y cada muerte. Tuvo además la vista de retratar los acontecimientos. Con su pequeña Kodak de acordeón quiso inmortalizar a sus compañeros de guerra. A principios de abril de 1937, aprovechando una pausa entre los combates, Rogelio olvidó el fusil y disparó la cámara. Dejó testimonio de sus camaradas descansando entre las encinas de las Tapias de El Pardo -en donde son visibles las troneras para disparar- y en los jardines del chalé Las Flores, en el sector de Aravaca, en el frente de Madrid.

Los negativos de aquellas fotos estuvieron olvidados durante décadas. El año pasado, las fotografías recibieron un tratamiento de restauración al amparo del proyecto As vítimas, os nomes, as voces, os lugares , impulsado por las tres universidades gallegas en colaboración con la Consellería de Cultura. Una treintena se incluyen en el libro-álbum que acaba de editarse.

Las fotos, de rostros enjutos y chaquetas raídas, describen el ambiente. Las notas de Rogelio hablan de la dureza del frente. En ellas relata el momento en el que recibió la noticia de que su padre había sido represaliado en Cerdedo o las bajas en las filas por fuego «amigo» y enemigo. En la sección de Rogelio Arca, casi todos eran gallegos. Manejaban una ametralladora a la que el resto de los milicianos bautizaron como «la máquina de los gallegos». Rogelio volvió para contarlo. Muchos compatriotas no tuvieron su suerte.