El jugador que sufrió un ataque y amenzas de aficionados relata lo ocurrido
14 abr 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Iban Espadas rompió su silencio. El delantero del Pontevedra sufrió el ataque de un grupo de aficionados al finalizar el partido del domingo. Además de ser amenazado, zarandearon su coche cerca de Pasarón cuando regresaba a casa. Viajaban con él su mujer y la de Sergio Castaño, un capitán de la plantilla.
-¿Qué sucedió?
-Circulaba por la calle paralela al estadio de Pasarón y me vi obligado a frenar cuando dos aficionados se me abalanzaron sobre el coche. Intenté esquivarlos, pero luego llegaron más y me fue imposible. Uno se sacó la camiseta y la tiró, otros se acercaron al coche y le dieron puñetazos a los cristales. Y de repente empezaron a tirar vasos de tubo y a pegar golpes en la zona trasera del coche.
-Serían momentos de pánico.
-Admito que perdí los nervios al oír a mi novia chillando y a la mujer de un compañero también. Gritaban que por favor parara todo, y en ese momento decidí irme de allí y aceleré, y al no percatarme de que el volante estaba girado me fui contra la señal. Di marcha atrás y tuve la suerte de escaparme de ellos.
-Los que protagonizaron el incidente alegan que usted se subió al coche con la acera.
-Impacté con la señal, pero esa gente puede decir misa. Ahí esta todo reflejado en el atestado policial.
-¿Pasó miedo?
-El susto que pasé y el miedo que sufrieron mi mujer y la de Sergio (Castaño) fue una situación muy grave.
-¿Por qué la emprendieron con usted? Nada más salir a calentar el domingo ya empezaron a insultarlo.
-Estos personajes llevan varios meses insultándome con verdaderas barbaridades desde el minuto uno. El domingo ya me insultaron en el calentamiento y al final me esperaron y vinieron a por mí.
-¿Qué piensa de esos aficionados?
-Si presumen de ser aficionados del Pontevedra no lo son. A estos energúmenos hay que sacarlos del fútbol. Deben quedar en casa, prohibirles la entrada en los campos de fútbol, ya que para lo que van... Se disfrazan de aficionados, de unos colores, de unos sentimientos, para chillar, insultar y maltratar.
-También aguardaban por usted a las puertas de su casa.
-Me empezaron a chillar allí otra vez, y luego me dijeron que sabían dónde vivía y que me iba a ir calentito para Murcia. Entonces decidí ir a denunciar. Y al regresar a casa de presentar la denuncia, había otro esperándome, pero me apuré y entré en el garaje.
-¿Este último era el presidente de las peñas del Pontevedra?
-Sí, era César Sotelo. Él también estaba con la gente que me lanzaba los vasos de cristal al coche y lo aporreaban. Si este señor representan a las peñas del Pontevedra, madre mía. Y luego va de angelito.
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