No es sencillo ser árbitro y mujer. Así lo considera Tania Fente, que ayer cumplió 23 años y que es la única colegiada lucense. Jamás se imaginó que le tocaría vivir un incidente como el del domingo en A Pastoriza.
-¿Cree que la gente tiene menos paciencia con usted por ser mujer?
-Ya están predispuestos contra mí. A veces vas a algún campo y te dicen: «¡Adónde llegó el fútbol, una mujer de árbitro. Era lo que nos hacía falta!» De hecho, uno de los jugadores expulsados del Valadouro se dirigió a mí desde detrás de la valla diciendo que él siempre había mantenido que el fútbol era cosa de hombres.
-¿Es más difícil ser árbitro si es mujer?
-Sí. Parece que la gente no se cree que estés suficientemente capacitada por ser mujer, pero estoy igual de preparada que el resto. Tengo que pasar las mismas pruebas teóricas y físicas que los demás. Nadie te regala nada por el hecho de ser chica.
-¿Le había pasado algo así con anterioridad?
-Es la primera vez. A veces, por ser chica, me han gritado, insultado o amenazado. Pero nunca hasta los extremos de ponerme la mano encima. Este es el peor trago por el que he pasado, nunca esperé llegar a esto.
-¿Se hacen duros los insultos como jueza de línea?
-Hay que ser responsables y consecuentes. Sabemos que siempre estamos en el punto de mira, pero debemos ser los suficientemente maduros y fuertes para concienciarnos de que el ambiente externo no nos puede afectar.
-¿Cuál es su sueño como árbitra?
-Me gustaría llegar a ser internacional en fútbol femenino. Es una locura, pero creo que a toda persona a la que le gusta al arbitraje y entra en este mundo por pasión, no por dinero, tiene el sueño de llegar alto.