El adiós del gran Haile Gebreselassie

X.R. Castro REDACCIÓN/LA VOZ.

DEPORTES

Paró en el kilómetro 25 del maratón de Nueva York por una lesión de rodilla y a continuación anunció su retirada

08 nov 2010 . Actualizado a las 02:12 h.

Llegó a Nueva York anunciando que lucharía por la victoria en el maratón más populoso del mundo. Incluso hizo guiños a un nuevo récord mundial. Pero se marcha anunciando su retirada. Haile Gebreselassie, el atleta de la sonrisa eterna, con 25 récords mundiales en todo el abanico del fondo a sus espaldas, se retira. Lo anunció del modo más abrupto, después de abandonar lesionado, por molestias en la rodilla derecha, la carrera en el kilómetro 25. Poco después en una conferencia de prensa señaló el punto y final a una carrera plagada de éxitos. «Me estoy retirando, permítanme que me dedique a otra cosa», espetó. Mientras esto sucedía un lugarteniente de la armada atlética etíope, Gebre Gebremariam, ganaba en maratón de 2 horas, 8 minutos y 13 segundos. Haile Gebreselassie (Arsi, Etiopía, 1973) se retira como el rey del fondo después de haberlo ganado todo y lo hace casi seis años después de haber nombrado sucesor. Su legado queda a buen recaudo en las piernas de su compatriota Kenenisa Bekele, aunque aumentar su leyenda se torna complicado.

Nació corriendo

Gebreselassie nació corriendo. Dicen que sus primeras carreras, de muy niño, eran para recorrer diez kilómetros diarios para ir a la escuela. Su progenitor no quería que el atletismo ocupase su vida sino que le tenía reservado un oficio como agricultor, pero le desafió y en su primera comparecencia confirmó que una estrella del fondo estaba en camino. Su presentación al mundo llegó en Seúl, cuando se coronó campeón mundial de los 5.000 metros en categoría júnior. Allí comenzó una leyenda con triunfos que abarcan desde el 1.500 hasta el maratón. Un todo terreno que machaba a sus rivales por sistema. Un año después, ya se proclamó campeón del mundo absoluto en Stuttgart, lo hizo en los 10.000 metros, su distancia fetiche hasta que los años le empujaron hacia el maratón. De hecho conquistó dos medallas olímpicas en la máxima distancia de la pista en Atlanta 96 y Sídney 2000.

Los récords mundiales llegaron en 1995. Hengelo, ciudad talismán para las plusmarcas del fondo, asistió a su primer hachazo en los 5.000 metros (12.49.39). Poco después cayó el registro de los diez kilómetros (26.43.53).

Aquellas marcas, más tarde pulverizadas por el aprendiz Kenenisa fueron las primeras, pero la historia siempre le guardará un lugar por su récord en el maratón. Porque después de un duro período de adaptación al asfalto llegó a Berlín en el 2008 para convertirse en el primer hombre en bajar de las 2 horas y cuatro minutos en los míticos 42 kilómetros largos. En una carrera memorable cruzó la puerta de Brandemburgo parando el reloj en 2 horas, 3 minutos y 58 minutos, y rebajar en 29 segundos el registro vigente del keniata Paul Tergat, uno de sus más encarnizados rivales. Una marca que continúa vigente en la actualidad y que puede tardar tiempo en encontrar sucesor. También se marcha conservando los registros universales de los 10 kilómetros en ruta y de los 20.000 metros.

Obra y milagros

Pero más allá de sus 25 récords, de sus dos oros olímpicos y de las seis medallas mundialistas (cuatro de oro), Haile siempre ha sobresalido por su amabilidad, por el contacto cercano con las gentes y con una implicación directa con su pueblo. Jamás ha salido de Adís Abeba salvo para competir. Claro que esta bonhomía no tapa la faceta mercantilista que ha marcado su vida. Gebre ha amasado una auténtica fortuna gracias al atletismo. Ha llegado a cobrar hasta un millón de dólares por su participar en un maratón. Pero ha sabido invertir su dinero. Posee un hotel en Etiopía y una cadena de alquiler de apartamentos.

Sin embargo el dinero, tanta fama y tantos éxitos no taparán la amarga decepción de la despedida. Pudo hacerlo en olor de multitudes después de Pekín (fue sexto en los 10.000), pero pretendió seguir explotando hasta el infinito los límites de su menudo cuerpo de 37 años. Anunció incluso que llegaría a los Juegos de Londres, pero ha parado dos años antes. Adiós al atleta, comienza la leyenda.