Valerón fue entrenador de Aythami

Rubén Ventureira A CORUÑA/LA VOZ.

DEPORTES

El Flaco dirigió a su ahora compañero de equipo y a David Silva a principios de?los 90 en el Arguineguín: «Ya destacaban los dos», recuerda el mediapunta canario

05 sep 2010 . Actualizado a las 03:33 h.

Ya le llamaban el Flaco. Aunque estaba en edad juvenil, jugaba con los mayores del Club Deportivo Arguineguín. No era su única tarea. A los futbolistas del primer equipo los ponían a dirigir a los niños, para motivarlos, y a Valerón le tocó tener bajo su mando durante una temporada a dos críos que ahora son futbolistas de Primera. Uno de ellos era un tal David Silva, campeón mundial y europeo con España y actual jugador del Manchester City. El otro se llamaba Aythami Artiles, y hoy comparte equipo, el Deportivo, con el que fue su entrenador en sus inicios futbolísticos. Once años los separan, pues Valerón nació en 1975 y Aythami y Silva lo hicieron en 1986.

«Ya destacaban los dos de niños, aunque a esas edades nunca sabes si van a llegar o no a profesionales», recuerda sonriente Valerón cuando se le pregunta por el gran progreso de aquellos dos discípulos. El Flaco aceptó encantado aquel ofrecimiento: «Yo era muy joven. Estaba en el primer equipo del Arguineguín y justo empezó ese año la costumbre de que los jugadores del primer equipo, que estaba en Tercera División canaria, entrenasen a los chavales».

Consejos a los críos

El Valerón entrenador no tenía que sentarse en el banquillo, lo suyo era un trabajo de campo: «Eran muy niños y no estábamos en ninguna Liga ni nada. Organizábamos partidillos entre los chavales, que yo también jugaba, y les daba algunos consejos. Poca cosa», resta importancia Juan Carlos, siempre modesto. No recuerda con precisión en qué año fue aquello. Aythami ayuda a situar temporalmente el momento: «Valerón nos entrenó a Silva y a mí una temporada en la escuela de fútbol de Arguineguín. Él ya jugaba en el primer equipo y echaba una mano entrenando a los chavales que empezábamos. El Flaco tendría 17 o 18 años». Es decir, fue en 1992 o 1993, y por tanto Silva y Aythami eran dos críos de unos seis o siete años.

«Yo soy de la misma edad que Silva, somos los dos del 86. Jugamos juntos hasta que a los 14, en el 2000, él se marchó a Valencia», detalla Aythami. Cuando David Silva se fue de Arguineguín, Valerón ya había recorrido un largo camino: en 1994 empezó a jugar en el Las Palmas, después pasó al Mallorca y al Atlético de Madrid y en el verano del 2000, tras el descenso colchonero a Segunda, fichó por el Deportivo.

¿Cómo era el Valerón entrenador? «Mucho balón, mucha pachanga, mucho fútbol», apunta Aythami, que bromea con la posibilidad de que en el futuro aún se puedan reencontrar como técnico y futbolista, pues Juan Carlos está haciendo los cursos de entrenador.

Un pueblo peculiar

Que Valerón fuese entrenador de Aythami es una coincidencia. Pero que haya tres jugadores de un pueblo de menos de 10.000 habitantes en la élite del fútbol roza el milagro. «¿Qué le echan al agua en Arguineguín?», le preguntamos a los dos deportivistas. Se ríen. No es por el agua. Es por cultura futbolística.

Valerón empieza matizando que no es «de Arguineguín, Arguineguín». «De ahí son Silva y Aythami. Yo soy de un sitio que está pegado que se llama poblado Ceisa, que son las siglas de Cementos Especiales de las Islas Sociedad Anónima. Mi padre trabajaba en esta empresa y al lado de la fábrica hicieron unas casas para los empleados». Hecha la precisión, ofrece su argumento. «Yo creo que lo que ha ocurrido en Arguineguín es que uno tira del otro. Ves que uno llega y te dices ¿'y por qué no yo?'. El primero fue mi hermano, que llegó al Las Palmas, y tiró de mí. Y después de mí llegaron Aythami y Silva».

El defensa explica que en su pueblo «hay mucha tradición de fútbol». «Siempre ha tenido un equipo en Tercera División. Allí los niños siempre están dale que te pego con el balón. En la calle, en la playa y en las dos canchas que hay. Y está el espejo de los Valerón, Miguel Ángel primero y Juan Carlos después. Verlos llegar tan arriba nos motivó a todos los que éramos niños». Y él será espejo de generaciones venideras: «Que hayamos salido tres ahora juntos está muy bien. Esperamos ser una motivación para todos los chavales de allí. Que vean que, con mucho trabajo, se puede llegar».