Todos hablan de Messi, al que califico como el mejor delantero (ese que resuelve en el área adversaria) del fútbol mundial de todos los tiempos, por delante de los más famosos: Di Stéfano, Pelé y Maradona, citados por orden cronológico. Si a Messi le señalo como el número uno, Maradona debe aparecer en el segundo lugar.
Los aficionados españoles, al margen de la devoción hacia sus equipos, están divididos en dos bloques: madridistas, unos, y barcelonistas, los otros. El martes, tras la noche memorable del argentino, sobre Madrid se extendió algo así como una nube de preocupación ante ese partido que se jugará dentro de dos días en el Bernabéu. Si hasta ahora la confianza en ganar era notable en el madridismo, en las últimas 24 horas (aunque esto no se confiese) tal confianza sufrió un frenazo, diríamos que brusco, para el ánimo de los más optimistas entre los blancos. Sobre todo en los que residen lejos del Bernabéu, porque en los de la capital se sigue apostando por la victoria de los de Pellegrini, un entrenador que gana partidos pero no le vale para verse libre de duras críticas.
Por ahora, lo único cierto es que este Madrid-Barcelona es esperado con una tensión superior a ediciones anteriores, algo que se dice siempre en tales ocasiones. ¿Quién ganará? Los blancos aceptan dificultades, pero no se entregan. Los del Barça, tampoco.