Oteando la Vuelta desde las alturas

DEPORTES

Seis corredores del Xacobeo preparan la ronda española concentrados en Pena Trevinca, donde tienen a su alcance «puertos para todos los gustos»

20 ago 2009 . Actualizado a las 02:19 h.

El Xacobeo divisa la Vuelta desde las alturas. Otea la ronda española desde Pena Trevinca. Seis corredores del equipo están concentrados allí preparando la ronda española. Ezequiel Mosquera, David García, Gustavo César Veloso, Gustavo Domínguez, Gonzalo Rabuñal y el ruso Eduard Vorganov duermen a 1.800 metros de altura, en un hotel de montaña, y bajan cada mañana a la caza de kilómetros y puertos. Invierten de su bolsillo en «entrenamientos de calidad». Quizás desde allí consigan ver el podio de la Vuelta. O alguna etapa.

Se ven finos. Es la imagen que todo ciclista quiere en el espejo. «Con respecto a principio de temporada, con los kilos que hemos perdido entre todos casi hacemos un corredor», dice Rabuñal. Desayunan a las diez de la mañana. A las doce bajan en bici. «Tarde, así evitamos la comida, porque aquí nos dan demasiado bien de comer», apunta Mosquera. «E aproveitamos abaixo, nos entrenamentos, os beneficios de estar arriba», comenta Gustavo Domínguez.

Ascensiones largas

Ayer hicieron sesenta kilómetros. El martes completaron 170. «Fuimos a subir Os Ancares, era duro el puertarraco », señala Rabuñal. Otras veces se van hasta el Morredero o se quedan con Trevinca, considerado por García «un puerto falso de 27 kilómetros que parece fácil, pero te pasa factura con su dureza final». También visitan el Alto do Courel, «duro y desconocido, territorio comanche», según Mosquera. La zona es un paraíso de puertos para todos los gustos. «Aquí tienes ascensiones de veinte kilómetros. En mi zona, en Arousa, para encontrar una de 10 hay que rebuscar. Después, al volver a casa y entrenarte allí, el Xiabre te parece un repecho», señala Veloso.

«Con subir tu propio peso por estos puertos ya haces un entrenamiento de altísima calidad», dice García. «Son ascensións semellantes aos portos da próxima Volta», recuerda Domínguez. Alguna trae recuerdos de la pasada edición. «Hace poco pasamos por el último puerto de tercera de la etapa que gané en Ponferrada», cuenta David García. «Eze me preguntó: ''¿Qué te pasaba por la cabeza?'' Y dije: ''Que iba a ganar''», relata.

Las tardes se van entre el entrenamiento, la ducha, la siesta... El tiempo restante se dedica a la charla y a la contemplación del paisaje, alabado por todos. La población más cercana al hotel para hacer compras es O Barco, a unos 36 kilómetros que la carretera estira mucho más. Todo los invita a centrarse en el ciclismo. Cenan pronto y se van a dormir temprano. Para que las ruedas sigan girando.