El Compos recupera el traje de bronce

F. J.

SANTIAGO

01 jun 2009 . Actualizado a las 02:43 h.

Tras el concluyente 3-0 de la ida, los de Jesús Baleato llegaban a tierras aragonesas sin ningún tipo de relajación, puesto que el Monzón fue el brillante campeón del grupo aragonés de la Tercera División.

El arranque de partido fue favorable a los intereses del Monzón, ya que salió decidido el conjunto oscense a dar la vuelta a la eliminatoria y, desde los primeros compases, imprimió un fuerte ritmo en busca de un gol que le permitiera seguir soñando.

Al Compos, por su parte, no le quedó otra que retrasar sus líneas y esperar a los locales atrás, pacientemente, para intentarles sorprender a la contra. Así, abría la lata el Monzón a los ocho minutos de juego y, lo más importante, conseguía creer en que la remontada era posible.

Pese al tanto, que sentó como un jarro de agua fría al Compostela, los gallegos no se vinieron abajo, a sabiendas de que la renta todavía era suficiente y de que, si mantenían la calma, podía valer perfectamente.

El gol llegaba en un saque de esquina recogido por Pau, que con un tremendo zurdazo batía al cancerbero visitante Pablo. El balón se colaba por toda la escuadra. Las gradas ,de repente, ardían. Los minutos restantes fueron un subidón oscense.

Empuje local

El Monzón siguió empujando con todas sus fuerzas y encerró al Compostela en su propio campo. Dos buenas acciones de Barba y Del Moral eran neutralizadas por la zaga gallega.

El Compos atravesaba sus peores momentos, pero su activo más importante es que la renta todavía era de dos goles.

A medida que fueron pasando los minutos, el Compostela fue entrando en el partido. De un dominio aplastante del Monzón se pasó a un dominio alterno con el que los gallegos se sentían muy a gusto.

Los de Baleato debieron verle las orejas al lobo, ya que estiraron sus líneas. El cansancio también hacía ahora mella sobre los jugadores del Monzón, que lógicamente no podían aguantar el infernal ritmo que decidieron imponer en los primeros minutos.

Así Rubén Márquez, muy activo durante toda la tarde, al igual que Vladimir y Centrón, llevaban peligro constante en todas sus acciones, sobre todo a balón parado, en una de las cuales Callizo se vio obligado a intervenir de forma certera.

Vuelco al encuentro

En la segunda parte, sin embargo, el encuentro iba a dar un giro radical. Salió mucho más enchufado el equipo compostelano y al cuarto de hora de la reanudación lograba la igualada por mediación de Centrón, tras conseguir ganar la espalda a la defensa local para acabar batiendo a Callizo con un tiro raso y cruzado.?Ahí se acabó el partido, puesto que la ventaja ya era insalvable a todas luces.

A diez minutos del final Adriá, tras una gran jugada por banda izquierda, se sacó un disparo inimaginable de la chistera que primero dio en el larguero y después botó sobre la raya de gol. Pese a este tanto, la suerte estaba echada.