El blindaje no evitó la fragilidad

Juan Villar

VIGO

El Celta perdió capacidad de creación de juego a costa de acumular hombres en defensa, pero los errores defensivos se repitieron anulando el cambio de sistema

27 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Que un partido destinado a acabar con empate a cero por los deméritos de ambos equipos acabe cuatro goles no es normal. Pero ayer ocurrió porque cada escuadra aprovechó prácticamente las dos únicas ocasiones de que dispuso.

A Eusebio casi le sale bien su apuesta conservadora. Apostó por evitar que el contrario crease peligro al contragolpe y esperar que en alguna jugada aislada el partido cayese para el lado celeste. Eso pudo haber sucedido si el equipo vigués supiese mantener los dos goles de ventaja que logró en sus dos únicas llegadas. Primero un saque de esquina que cabeceó Óscar Díaz y después casi la única jugada elaborada del equipo que culminó Ghilas, jugador en racha goleadora.

Quizás esa era la línea que demandaba el equipo vigués en un momento en que el buen juego es lo de menos y lo que cuenta es puntuar. Pero cuando un equipo defiende mal da igual poner cuatro defensas que diez.

Un paso atrás inútil

Cuando un equipo no sabe defender y tiene jugadores que cometen demasiados errores, da igual blindarse con un sistema de juego ultradefensivo. El Levante marcó en sus dos primeras aproximaciones a puerta en sendos zurdazos de Pedro Vega. En los minutos finales siguió inquietando más por el estado de ansiedad en que entró el Celta que por otra cosa.

Pero hasta que llegaron esos goles, ya superado el cuarto de hora de la segunda mitad, lo cierto es que el conjunto de Eusebio no pasó problemas, sea por las carencias del Levante o por el sistema de juego.

Los tres centrales se sintieron más arropados al tener que estar pendientes de una parcela menor de campo y no tener que correr tanto para cerrar los huecos por donde los jugadores visitantes podían sorprenderles.

En cuanto el rival recuperaba el balón, rápidamente Óscar Díaz y Roberto Lago retrocedían a tapar al lateral, mientras que en el Celta Rosada cerraba espacios por delante de los tres centrales.

Pero al final este blindaje hay que calificarlo como negativo, porque se encajaron dos goles a costa de renunciar a algún jugador que actúe más cerca del área rival. Resulta difícil de creer que para defender mejor haya que acumular gente atrás.

Problemas en la creación

Lo que sí dejó patente el 5-3-2 es que a la hora de construir, los celestes tienen muchos problemas. El Celta tuvo demasiadas complicaciones para aproximarse al área rival. Solo inquietó al Levante en balones largos con la intención de que los delanteros le ganasen las espaldas a los defensas, lo que ocurrió en un par de ocasiones en el primer tiempo. Apenas había jugadores celestes en el terreno de juego con capacidad técnica para construir el juego. Y por otra parte las opciones de pases tampoco eran atractivas. Por el centro era imposible salvo alguna aparición esporádica de Trashorras. La salida tenían que buscarla entonces por bandas, pero ahí pocas veces Roberto Lago y Óscar Díaz encontraban salida. Los balones largos fueron la mejor solución, esa que no a Eusebio no le gustaba en su declaraciones de intenciones inicial.

Bajón físico

Hace algunas semana que el Celta viene apuntando en diferentes momentos que físicamente no está en su mejor momento. Al equipo ayer le faltó frescura en la última media hora, lo que unido a la ansiedad por la situación, provocó la reacción del Levante. Las líneas se separaron demasiado y a los jugadores de banda se les hizo largo el partido.