El Pilotes sale ovacionado a pesar de su derrota ante un gran Granollers

Juan Villar

VIGO

08 mar 2009 . Actualizado a las 02:31 h.

El Octavio Pilotes Posada encandila a sus aficionados hasta cuando pierde, como ocurrió ayer. Es un equipo que puede tener malos momentos, días peores, o rivales enormes, como fue el Granollers, pero no se le puede reprochar esfuerzo, lucha, etapas de calidad y que nunca dio por perdido un partido lleno de adversidades.

Un equipo mediocre, cuando se ve cinco abajo a falta de menos de nueve minutos y con un rival sin lagunas lo normal es que tire la toalla, pero el equipo de Quique Domínguez cree en sí mismo. Esas ganas animaron a los aficionados de As Travesas que les ayudaron a creer en sí mismo y acabar el partido con opciones de salvar un punto en el último segundo.

Esta vez no hubo milagro en el lanzamiento final de Mitrovic, como había ocurrido el día del Portland en el tiro imposible de Polakovic, pero poco le faltó. Tuvo que mostrar sus reflejos el portero rival Ohlander, que ayer fue una auténtica pesadilla para los académicos. Lo detuvo casi todo.

Es cierto que el Pilotes no exhibió ayer su mejor juego de la temporada, mientras que el Granollers actuó como un martillo pilón, sin ningún bajón en su juego.

Los vigueses mantuvieron el mando del partido durante los primeros diez minutos, pero en la primera inferioridad se aprovecharon los catalanes para darle la vuelta al marcador y ponerse por delante por primera vez (7-8).

El Octavio empezó a atascarse en ataque. Cometió muchas imprecisiones. Quique Domínguez pidió el primer tiempo muerto con el 7-10 en el electrónico, pero transcurrieron casi siete minutos sin que los locales marcasen un gol. Los primeras líneas no estaban especialmente acertados, concretamente el porcentaje de lanzamiento de Martinovic fue muy malo. Tampoco Mitrovic estuvo acertado en la primera parte.

Tras finalizar el primer tiempo tres abajo, el Octavio salió en la segunda parte convencido de que podía darle la vuelta al partido. Aumentó su intensidad y agresividad en defensa, pero el Granollers demostró que está en un gran momento y no mostró signos de debilidad.

A pesar de que no conseguía recortar diferencias y los visitantes consiguieron su máxima venta de cinco puntos a nueve minutos del final y fue expulsado Martinovic, no bajaron los brazos. Surgió Javi Díaz y llegó la oportunidad final, peor esta vez no pudo ser.

Ahora llega la Copa del Rey, que es una historia diferente.