Álex Álvarez Vidal sufre una minusvalía del 77% que no le impidió hacer historia al convertirse en el primer taekuondista que sube al podio en un campeonato gallego absoluto
06 ene 2009 . Actualizado a las 02:16 h.Álex sufre una minusvalía del 77%. Un porcentaje que le permitiría disputar unos juegos paralímpicos. Pero él, de momento, prefiere medirse a deportistas totalmente aptos y se enfada cuando alguien se muestra condescendiente con él. «Prefiero comerme dos buenas leches, antes que dar pena», recalca.
La polirradiculoneuritis que mantiene laxos sus dos brazos le dificulta su día a día y, por supuesto, la práctica del taekuondo. Pero Alex Álvarez Vidal (Ribeira, 1981) nunca se ha rendido. Superación es su palabra referente. Y así lo demostró hace pocas fechas cuando se proclamó medalla de bronce en el Campeonato Gallego absoluto en peso minimosca. Lo hizo después de ganar un combate y perder en semifinales contra Francisco Padín (campeón sub-21).
«Es evidente que no parto en igualdad de condiciones que mis contrincantes, pero yo he escogido medirme a ellos. Por eso, utilizo mis armas», explica el taekuondista de Barbanza.
Cambia bloqueos por esquivas y basa su éxito en una gran rapidez tanto de ejecución de técnica como de defensa. «No puedo mantener la guardia alta, porque no dirijo los brazos. Pero esquivo bien y alguna patada incluso soy capaz de bloquearla con dificultad», comenta.
En sus primeros campeonatos (antes de disputar el absoluto había ganado el gallego de promesas) sus rivales se sorprendían al verlo, una ventaja que ya no tiene. «Reconozco que el torneo que gané quizá fue porque los rivales no contaban conmigo. Pero ahora ya me conocen y van todos a muerte a por mí, como si no tuviera minusvalía alguna. Y yo lo prefiero», reflexiona.
Mundial Paralímpico
Cuatro años después de vestirse su primer dobok y meses antes de examinarse para cinturón negro (es marrón y las pruebas las tendrá en diciembre de este año), Álex sueña con disputar el Mundial Paralímpico, que se celebrará el 11 de junio en Bakú, capital de Azerbaiyán.
«El problema, como siempre, es el dinero. Ojalá pudiera ir, porque es un campeonato oficial organizado por la Federación Mundial... Todo depende de las ayudas que tengamos», reflexiona momentos antes de iniciar su sesión de hora y media diaria de entrenamiento en el club de Ribeira.