Perera rescata a un Celta plano que estaba a punto de escribir su epitafio

X.R. Castro

DEPORTES

Los celestes no fueron capaces de superar en juego al colista y salvaron los muebles con un gol del pacense

17 feb 2008 . Actualizado a las 02:25 h.

El Celta continúa con su involución en el juego. Frente al colista volvió a ofrecer un penoso espectáculo que a punto estuvo de descartarlo como candidato al ascenso, sin embargo una vez más Perera acudió al rescate para anotarse un tanto más de pillería que permite a los célticos ganar dos meses después en casa y seguir en la lucha. El triunfo sobre el Poli Ejido da vida, pero no puede tapar la simpleza del juego.

Si la ansiedad del Celta se convertía en otros partidos en una salida revolucionada con la mente fijada en la meta contraria, ante el colista esa ansiedad se tornó en torpeza. Los celestes permitieron que el Poli Ejido montase una trinchera de diez unidades por detrás del balón y con los peones medianamente bien posicionados neutralizase cualquier intento ofensivo de un Celta carente de bandas que incurría en el pasivo una y otra vez. Tan solo algún movimiento de Perera y alguna llegada de Jorge perturbaban el regreso de Castro Santos a Balaídos. Tanto es así, que la primera vez que los celestes vieron portería acabaron celebrando un gol. Sin fútbol tenía que ser a balón parado y una asistencia más de Jorge fue cabeceada de espaldas pero con precisión por Agus.

El primer tanto del albaceteño con la camiseta del Celta debiera hacer el efecto de desatascador para cualquier aspirante, pero los vigueses no son un candidato al uso. Han entrado en la peligrosa adicción a los regalos. Salen al menos a uno por partido, y su buena obra de ayer fue perder el enésimo balón en medio campo para que Toedli empatara por la vía rápida después de superar a un Jonathan Vila que ayer vivió su estreno oficial como central después de sustituir a Rubén, que tan solo aguantó 20 minutos sobre el campo.

El primer tiempo fue un tostón. Digno de la más profunda depresión, por eso el público acabó echándose encima de su equipo. Justo lo que quería el técnico de Lourido. En este dramático escenario Diego Costa pudo devolver la tranquilidad con un remate que un defensor sacó sobre la misma línea, incluso más dentro que fuera, con el primer acto a punto de expirar.

El Celta volvió al segundo con más ideas. No muchas, pero las suficientes como para que Perera alimentase la esperanza con una volea o que las bandas ofreciesen síntomas de vida con algún centro. Incluso la grada celebró con júbilo el regreso del Quincy al verde después de su paso por el torneo africano y el Poli se quedó con diez por la expulsión de Bernaus.

Parecía que clareaba el panorama, en parte por la frescura que aportaban Okkas y Quincy, pero era imposible cambiar el destino del partido sin poner una marcha más. Guiones como los de ayer tan solo los pueden alteran una determinada estirpe de jugadores, y entre su selecto grupo, por bien del Celta se encuentra Perera. Cuando la desesperación comenzaba a apoderarse del celtismo llegó el extremeño para rescatar al equipo. Como siempre, en un lance de pillería buscó un servicio de Okkas para tocar lo justo y marcar a falta de un cuarto de hora.

Con uno más, un jugadón de Okkas y una penetración de Canobbio pudieron cerrar el partido, pero el colista quedó con vida y mantuvo al Celta en vilo hasta el último suspiro. No llegó ni a crear peligro pero el temor a un nuevo regalo voló sobre Balaídos. Hubiese sido el caos.