El «expreso de Kansas», que se retira por las lesiones, deja tras de sí un reguero de éxitos
05 feb 2008 . Actualizado a las 11:16 h.El atletismo se queda sin leyendas en activo. Maurice Greene, uno de los pocos supervivientes de la vieja guardia, también abandona a sus 33 años. Pero no se va por la puerta de atrás ni salpicado por el dopaje. La decisión de abandonar, que comunicó ayer en Pekín, se debe a una plaga de lesiones que desde Atenas le han ido apartado de la competición. Con Mo se va uno de los contados plusmarquistas mundiales que estaban sin jubilar. «Anuncio oficialmente que me retiro del atletismo. Me he dicho que es mejor dejarlo. No creo que pueda afrontar de nuevo una batalla para regresar de una lesión. Exige mucho mentalmente y uno empieza a sentirse abatido y se deprime», comentó durante una inspección a la pista del estadio olímpico.
Maurice Greene (Kansas City, 1974) abandona para siempre el tartán, pero deja para la historia un buen puñado de medallas, de duelos inéditos a caballo de dos generaciones y un currículo excepcional. Fue el primero en sumar tres oros consecutivos en otros tantos mundiales (Atenas 97, Sevilla 99 y Edmonton 01); en la ciudad hispalense consiguió también los 200 metros y el relevo corto (como su sucesor Tyson en Osaka), y además estableció un nuevo récord del mundo del hectómetro: 9.79, conseguido en Atenas en 1999 y que estuvo vigente durante tres años cuando el tramposo Tim Montgomery se lo arrebató. También coleccionó medallas a pares en sendas citas olímpicas. En Sídney conquistó el oro en los 100 metros y repitió en el relevo corto. Cuatro años después, en Atenas, tuvo que conformarse con el bronce en la prueba reina y con la plata en el 4x100. Incluso se va con una plusmarca en vigor: 6.39 en los 60 metros en pista cubierta, conseguida en Madrid en febrero de 1998.
Maurice Greene era el único superviviente de la generación de Michael Johnson. El hombre que le envió a un segundo plano sus primeros éxitos deportivos y con quien mantuvo una dura pugna en los 100 y 200 metros hasta su retirada. Pero también se encontró rozando la treintena con Justin Gatlin. La bala llamada a liderar una nueva generación le ganó en los Juegos de Atenas y le relegó a un testimonial bronce por detrás del portugués Francis Obikwelu.
Además de sus medallas, el mundo del atletismo tardará tiempo en olvidar el estilo del expreso de Kansas . Mo era todo potencia, una fuerza indomable que hacia estremecer el tartán. Suplía su corta estatura con una musculatura propia de un cincel, y sobre todo, con un carácter competitivo inigualable.
Por fortuna no pasa a la reserva. Solo cambia de lugar. Hace tiempo que Greene viene trabajando como entrenador con nuevos talentos y ese camino es el que ha elegido para el futuro inmediato: «He estado entrenando a algunos atletas, tratando de que logren sus objetivos y es algo que me gusta». El mito ya busca su reencarnación.