Una historia de película en el tartán

X.R. Castro

DEPORTES

La lanzadora tudense Loli Pedrares conoció al discóbolo cubano Frank Casañas en Río, se enamoraron en La Habana, le ayudó a escaparse en Madrid y ahora es su marido

21 ene 2008 . Actualizado a las 02:22 h.

Río de Janeiro fue el punto de partida de una historia más propia de un guión que del atletismo. Allí se conocieron durante la disputa de los Juegos Iberoamericanos del año 2000 la lanzadora tudense Loli Pedrares y el discóbolo cubano Frank Casañas. Cuatro años más tarde volvieron a coincidir en La Habana y en el 2006 contrajeron matrimonio. Ahora, Casañas está cerca de vivir sus terceros Juegos Olímpicos como español, pero por el medio queda una huida en Madrid a regreso de Helsinki. Ese día les cambió la vida.

Nada hacía sospechar que lo que nació como una buena amistad acabase en posibilidad de medalla para España en Pekín. «Nos conocimos en Río, pero lo nuestro no pasó de una buena amistad», comenta Loli Pedrares y asiente Frank Casañas. Tanto es así, que el segundo encuentro fue igual de fortuito. La lanzadora de martillo, que tenía una relación fluida con el equipo femenino cubano, decidió irse a entrenar seis meses a la isla caribeña en noviembre del 2004. Allí, en una rutinaria jornada de trabajo en el Estadio Panamericano volvieron a coincidir. «La vi de lejos, pero no me podía imaginar que era ella. Me acerqué y le pregunté: ¿Qué tu haces por aquí?. A partir de ahí comenzamos a vernos, a ir a la playa y terminamos con una relación», recuerda el lanzador.

Durante los seis meses que la tudense permaneció en la isla la idea de cambiar de país ya comenzó a merodear por la cabeza de Frank. Por dos motivos: Loli y el trato del equipo cubano. «Cuando estuve lesionado me di cuenta que solo cuentas cuando estás a tope». Pedrares llegó a valorar la posibilidad de hacerlo en el sentido inverso: «En algún momento pensé en quedarme para que no rompiese con su familia, pero la vida en Cuba es muy difícil. Es un país que me encanta porque allí fui feliz, pero vivir es muy difícil».

Por eso cuando salió de Cuba en el verano del 2005 con destino al Mundial de Helsinki Frank Casañas ya sabía que no volvería. Le resultó duró despedirse de la familia «porque uno siempre ha estado bajo las faldas de mamá», pero la decisión estaba tomada.

La escapada fue de película, a la carrera. «Para mí que desconfiaban, y eso que no se lo había comentado a casi nadie, y me querían meter en el primer avión que saliera hacia La Habana. De hecho, llegamos a Madrid a las cuatro de la tarde y ya nos íbamos al día siguiente, por eso solo tenía una noche». Abandonar la concentración del equipo no fue fácil. Frank estaba convencido de que le seguían: «Vi a una persona sospechosa que estuvo sentada toda la tarde en el hall del hotel, y como había quedado con Loli a las doce la llamé para que viniese a las dos de la madrugada».

Llegada esa hora desveló a su compañero de habitación sus planes y bajó al vestíbulo del hotel. Allí le espera Loli que le repitió por última vez que se lo pensara, que no había marcha atrás. Pero Casañas salió del hotel rumbo al coche de la lanzadora que estaba aparcado en la puerta. Fue como una escena de espionaje recuerda la tudense: «Aquello había que hacerlo con cierta discreción, por eso elegimos esa hora».

El siguiente paso fue pasar desapercibido, por eso abandonaron Madrid para instalarse en la casa que la lanzadora tiene en A Coruña. Allí estuvieron mes y medio. Fue la fase más dura. La morriña, que todavía no ha pasado del todo, invadió al discóbolo. A Casañas le costó adaptarse. El desprenderse por primera vez de su familia -con quien mantiene un contacto telefónico permanente-, el clima y la falta de sus amigos le pesaron como una losa. «No me arrepiento de lo que hice, pero fue muy duro».

Por fortuna, todo ha ido a mejor. La relación de pareja terminó en boda en octubre del 2006, Joan Lino Martínez se convirtió en su amigo inseparable y las marcas de primer nivel comenzaron a llegar. Acredita 67,14 y su objetivo ahora es obtener la nacionalización antes de los Juegos para luchar por su primera medalla como español.