Baptista da al Real Madrid el clásico frente a un Barcelona sin referentes

Pedro J. Barreiros

DEPORTES

24 dic 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

El Madrid se llevó el clásico. Sencillamente fue mejor que un Barcelona que acabó acomplejado por la sorprendente superioridad de su rival. Schuster volvió a apostar por Baptista y no le defraudó. El líder devora jornadas sin titubeos agarrado a las virtudes del brasileño, que ha pasado de prescindible a vital. Él solito gestó el gol. Inició el contragolpe, combinó en una pared de libro con Van Nistelrooy, se quedó solo ante Valdés y de forma elegante resolvió con el exterior del pie. El portero apenas pudo volverse para ver cómo el balón besaba la red. Seguridad, fuerza y efectividad.

Fue el triunfo de la pegada del Madrid, contundente delante y atrás. Una máquina de sumar puntos sin fisuras... Y si aparece alguna, ahí está Casillas. ¿Quién se acuerda de Guti? La derrota dejó el librillo del Barcelona en mal lugar. Cada vez se parece menos al equipo que se adjudicó dos campeonatos consecutivos, conquistó una Copa de Europa y enamoró a los aficionados con su fútbol de toque, toque y toque. Sigue vigente el talento de sus futbolistas, pero la crisis es evidente.

El clásico se disputó en la trinchera todo el primer tiempo. Ataques esporádicos y mucho juego subterráneo. Los blancos rompieron las hostilidades. Pepe cabeceó estorbado por Puyol al centro de la portería. El equipo local tardó en arrancar. Sin noticias de Xavi y Deco, asustó con el genio de Iniesta, quien ocupó la plaza reservada al lesionado Messi y protagonizó las dos mejores ocasiones de su equipo. Primero, se inventó un pase en profundidad a Eto'o, quien no superó la salida del meta. El rechace le cayó al mediapunta, que tampoco pudo con el madridista. Fue aún más clara la siguiente. Centro al segundo palo del albaceteño y remate a bocajarro de Ronaldinho. Casillas, en una acción de reflejos e intuición, detuvo el gol cantado. El brasileño, bien marcado por Sergio Ramos, ofreció ganas. Buscó la asociación con Eto'o, quien se las tuvo tiesas con Pepe. De ambos se esperaba mucho más. En cualquier caso, la zaga blanca, completada por el mejor Cannavaro desde el Mundial y Heinze rayó a gran altura.

Las ráfagas se sucedieron tras el descanso. Por momentos, el juego se convirtió en un torbellino de ocasiones en las porterías. Si Iniesta disparaba a las manos de Casillas, Ramos contestaba ante Valdés. En un partido sin dueño ni centro del campo conocido, el equipo que imprimía velocidad a sus acciones llevaba las de ganar. Fueron minutos para el Madrid, que volaba en busca de su segundo gol a lomos de Baptista, Robinho y Van Nistelrooy.

La incertidumbre del marcador y la aparición de Bojan reanimó al Barça al final. Para entonces el líder ya medía el abismo de siete puntos que se abre respecto a sus perseguidores por el título. La Liga no está decidida, pero las Navidades serán más blancas que nunca.