El centenario de Laxeiro impulsará la proyección nacional del pintor

CULTURA

El ministro de Cultura destacó que «é e foi ?o artista galego por excelencia que fundiu a arte e a vida»

24 feb 2008 . Actualizado a las 02:18 h.

«Quen mata á morte son eu»; un himno de las Azores era cantado ayer por Uxía Senlle acompañada de Xosé Manuel Budiño para celebrar el cumpleaños de Laxeiro. Artista de Lalín, capaz de «matar a la muerte» del olvido por la relevancia de su persona y su obra universal. El homenaje en su tierra natal por el centenario de José Otero Abeledo se convirtió en acto para reivindicar la relevancia del pintor fuera de Galicia. Una proyección para la que se pedirá el apoyo del Ministerio de Cultura, con el objetivo de mostrar su plástica en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid.

Un tributo al «artista que inventou un xeito de pintar», como reconoció el ministro de Cultura, César Antonio Molina, iniciado en el cementerio de A Romea. En el territorio del marquesado imaginario de Laxeiro, frente a su tumba. Volvió a sonar la muñeira de Plácido Rozas, la misma que lo acompañó hace once años en su entierro. Pero la tristeza se convertía en alegría, el barbero convertido en pintor estaba de cumpleaños. Y no faltó una visita a su casa natal, donde «saíu á vida» en Donramiro, como reza una placa de bronce sobre el dintel de la puerta.

La comitiva crecía en un día en el que, por la magia laxeiriana, Lalín se transmutaba en capital intelectual de Galicia. Y estallaba de forma definitiva en el salón teatro. Farándula donde desgranar las virtudes humanas y artísticas de quien gustaba disfrutar la parte lúdica de la vida.

Un escenario donde el discípulo, Antón Lamazares, le dedicaba un poema a Laxeiro, «unicornio único», siempre apegado a la aldea, a sus raíces. Donde el pintor, Luis Caruncho, rememoraba sus vivencias con él en el Buenos Aires de los años sesenta o Díaz Pardo lo calificaba de «doce e macizo, como a nosa arte románica, como os galegos». El presidente del Consello da Cultura Galega, Ramón Villares, destacaba su proximidad y capacidad para pintar «o trasmundo, a realidade debaixo da propia apariencia».

En un abarrotado patio de butacas por decenas de artistas, editores y escritores, muchos de ellos amigos de Laxeiro, la conselleira de Cultura recordó unas palabras del creador en 1974 cuando dijo ser una «pequeniña area da arte galega». Pero fue «unha grande duna», que cumplió su promesa de «pintar ata o final», ensalzó Ánxela Bugallo. Y el alcalde, Xosé Crespo, resaltó el carácter histórico del día para Lalín. Laxeiro, dijo, merecería estar en el Panteón dos Galegos Ilustres.

Un cocido, como los que gustaban a Laxeiro, puso el colofón al homenaje al maestro.