«Canté a Franco por pura ignorancia»

CULTURA

A sus 60 años, el cantautor de Mieres, que publica su cancionero completo, explica por qué compuso en 1964 su «canción maldita», que estaba dedicada al dictador, y cómo ha evolucionado en sus ideas políticas

09 dic 2007 . Actualizado a las 12:44 h.

Víctor Manuel publica las letras de sus 400 canciones compuestas a lo largo de los últimos 40 años en Vivir para cantarlo (Tema de Hoy). También recoge las de su próximo disco, que aparecerá en febrero, que se titula significativamente No hay nada mejor que escribir una canción. En el libro aparece el texto de Un gran hombre, el tema que compuso para conmemorar los «25 años de paz» de Franco. Va acompañada de un breve comentario que dice: «Yo no sabía, sin que suene a justificación, que este tipo había sido un asesino. Es más, que había asesinado a mi abuelo Ángel. Lo supe después». Años más tarde compondría Pon tu voto a trabajar para la campaña del PCE. En esta entrevista el cantante de Mieres, de 60 años, repasa su carrera como cantautor y su evolución política.

-Con 15 años les dijo a sus padres, un trabajador de Renfe y una vendedora de huevos, que quería ser cantante. ¿Cómo se lo tomaron?

-Cuando me preguntan quién te ayudó en tu carrera respondo que mis padres. Que un padre y una madre te digan cuando tienes 15 años que si quieres cantar que pruebes suerte y te vayas para Madrid, que te vamos a ir enviando algo de dinero de lo que pensábamos gastarnos en tus estudios hasta que salgas adelante, es impagable.

-En 1964 compuso una canción en homenaje a Franco.

-Fue una canción que en su momento no existió, ni sonó en la radio. Es un fantasma que han agitado periódicamente. La primera vez fue en 1978, cuando salió la noticia en la prensa de que yo había hecho una canción a Franco 14 años antes. Yo hacia campaña por el PCE y lo que intentaban no era tanto desgastarme a mí sino a esa opción política.

-¿Por qué la hizo?

-Por pura ignorancia histórica. Yo no tenía ni idea de lo que pasaba en este país. Entiendo que cuando lo cuento algunos no se lo crean, sobre todo quienes no vivieron aquella época. Mi padre se quedó de jefe de familia a los 16 años, con cinco hermanos y una madre a cargo, porque a su padre lo llevaron preso a la cárcel de Oviedo. Desde ese momento toda su intención fue olvidar. Lo recuerdo por un lado oyendo la Radio Pirenaica y por otro diciéndome que a mi abuelo lo habían matado por robar una cesta de huevos. Nunca me contó nada hasta que murió, en 1991. Después he ido yo atando todos los cabos. A mi abuelo lo fusilaron en 1942 por una denuncia de un vecino. Hace seis meses he tenido en mis manos los documentos sobre el proceso.

-La cantó en la celebración de los 25 años de paz.

-Sí. Hubo un festival en el Palacio de los Deportes y vinieron a cantar personas de toda España canciones que habían tenido éxito durante esos 25 años. Había una canción nueva que era la mía. Ahí fue donde la canté.

-¿Fue de encargo?

-No, no, yo pensaba hacer un disco dedicado a personajes famosos, por eso hice otra a Picasso, pero después no seguí.

-Con 17 años cantó esa canción, pero luego evolucionó hacia la izquierda. ¿Por qué?

-Es que cuando yo hice esa canción no tenía ningún tipo de ideología, era simplemente un chaval que se creía lo que oía y lo que leía. Al poco tiempo empecé a leer libros que me llamaban la atención. Las canciones del 67 ya apuntaban otro tipo de inquietudes. Pero hasta 1969 solo escribía tonterías. El cobarde, El tren de madera muestran una mayor preocupación por lo que uno ve alrededor. Todo era a base de lecturas.

-«El abuelo Vítor» fue una de las primera canciones que hablaban de trabajadores y de la mina en la España franquista.

-Sí, solo existía el Soy minero de Antonio Molina, esa temática no cabía, las canciones eran «me quieres, te quiero» y ya está. Mucha gente se reconoció en un abuelo que se había pasado toda la vida trabajando.

-Luego tuvo grandes problemas con la censura.

-Sí, a partir del año 70. Carta de un minero a Manuel Llaneza, Planta 14 y Asturias estuvieron prohibidas hasta la democracia. Las cantaba en los conciertos porque me daba la gana. La que más problemas me dio ante el Ministerio de Información y Turismo fue Yo no quiero ser militar. Les irritó tanto que me hicieron el silencio administrativo y estuvieron tres años sin contestarme sí o no a mis canciones.

-Entre el 72 y el 79 fue su época de más militancia. ¿Era más importante que la música?

-La militancia se traga todo lo demás. En aquella época suplíamos sobre el escenario la función de los políticos. Fue un período fantástico en que estábamos todo el día en la calle dando la barrilla y trabajando realmente con peligro; en esa época nos pusieron dos bombas en nuestra casa de Torrelodones. Fue seis meses después de hacer Rabos, la obra de teatro en la que decían que habíamos pisoteado la bandera. A uno le echan toda la mierda encima en este país y hasta que te la quitas pasan años. Hasta que se pudo demostrar que no habíamos pisado ninguna bandera pasaron seis meses y tuvimos que estar en México. Pues todavía te encuentras a un señor mayor en el aeropuerto que le dice a su señora «Mira, el de la bandera».

-¿Esa evolución política adónde lo ha llevado?

-Hay una ruptura clara con el PCE en el año 82. Dejé el partido y después me quedé en tierra de nadie. Yo creo que no he ganado nunca una elección, menos la última de Zapatero, porque siempre he votado al perdedor.

-¿Le gusta cómo está gobernando Zapatero?

-Por supuesto, y sobre todo comparado con lo que tiene enfrente me enloquece. Yo creo, y lo he visto así desde el principio, que tiene la radicalidad del hombre bueno, es un buen tío y tiene las ideas muy claras. Se han probado leyes en este país que están dándole la vuelta.

-A usted le llaman progre despectivamente. ¿Le molesta?

-Es que no sé qué es ser progre, yo soy de izquierdas.

-También se le acusado de ser comunista y rico.

-Eso es completamente imbécil. Seguramente yo he regalado mi tiempo más que cualquier otro profesional. No veo que los arquitectos regalen proyectos, y los artistas regalamos nuestro trabajo en actos solidarios. Y por otra parte, siento que el dinero que he ganado me lo he merecido.