31 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Me parece que era Samuel Johnson quien, cuando se producía una noticia que le entristecía o enojaba, se hacía la siguiente consideración: «¿Cómo veré yo este asunto dentro de un año?». Y siempre se llenaba de paz, porque se daba cuenta de que, con un poco de tiempo de por medio, casi todo queda en nada. Lo pensaba ayer mientras leía con ganas el periódico especial que La Voz de Galicia regalará el próximo día 4 de enero para celebrar sus 130 primeros años. Es una delicia y no solo por la antología de articulistas -no se pierdan el de César González Ruano sobre A Coruña, tan actual-, sino principalmente por el paseo a través del tiempo y de las noticias que nos marcaron.

Algunos años apenas dan la cara. La política, por ejemplo, parece que los salta de cuatro en cuatro, y esto, claro, en la democracia. En cambio, otros son pródigos en novedades y se asoman a las páginas de Deportes y Sucesos, de Galicia, Nacional o Marítima. Pero la memoria colectiva es muy distinta de la personal, y años malos -el del atentado de Hipercor, el del accidente del Prestige o estos de crisis- pueden haber sido felices para muchos. O quizá no, y nuestras épocas mejores coincidan con fechas en las que no pasó nada sobresaliente: una secuencia de semanas anodinas, tranquilas, que discurrieron sin especiales alegrías ni sobresaltos. Años del montón.

Las probabilidades de que el 2012 resulte tranquilo y aburrido son muy bajas. No puedo desearles un año así. Pero con todas sus cuestas y curvas, ojalá sea un año feliz. Al menos, para usted.

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