Alvedro, hoy

Antonio Fernández

A CORUÑA

07 sep 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La política de libre mercado que propugna a los cuatro vientos la Comunidad Europea contrasta con el acérrimo corsé que tanto desde Aena como desde el Gobierno autonómico quieren imponer a los aeropuertos gallegos.

Una ciudad como A Coruña y su área metropolitana, cuyo tejido industrial, comercial e institucional es de los más activos y vigorosos de Galicia, no se le puede encorsetar, para beneficiar a ciudades o aeropuertos próximos a nuestra capital.

Simplemente comparando el próximo vuelo que suprimirá Iberia-Air Nostrum a Bilbao desde A Coruña, tanto en frecuencias, horarios y precio, con el ofertado por la misma compañía en Compostela, sacamos en conclusión que Alvedro cuenta con tres vuelos semanales, horario no competitivo y precio de 415 euros ida y vuelta, frente a tres vuelos diarios, horarios competitivos y precio de 186 euros de Lavacolla. Y los clientes saben mirar bien el bolsillo.

Otras compañías, a pesar de tener una ocupación superior al 80 %, como en el caso de Vueling con Sevilla, lo suprimen esperando recibir su parte del pastel económico para reponerlo.

La política que debe aplicar el Gobierno autonómico es seguir, cómo no, las directrices europeas de libre mercado, pero ya que se empeña en incentivar económicamente a ciertas compañías aéreas, su labor sería hacer un reparto lineal entre los tres aeropuertos.

Seguramente las cifras no serían las que ofrecen hoy día los aeródromos en cuanto a número de pasajeros.

Es sospechoso que con una subvención de 800.000 euros a Ryanair, Santiago consiguiese seis destinos internacionales, pero A Coruña y Vigo, con más de un millón de euros de subvención cada una, gestionasen solo un vuelo internacional y otro nacional para cada uno, a razón de tres conexiones semanales.

El gobierno local coruñés, para propiciar la recuperación de Alvedro, tendrá que gestionar con otras compañías aéreas, que hay muchas en Europa, el reparto del pastel aéreo que ofrece nuestra ciudad, que desde luego es muy sustancioso. Eso sí, si nos dejan. Porque una ciudad dinámica como A Coruña, sin su aeropuerto al día, se convertiría en un punto negro en el mapa que nadie conocería.