Antes de que arda

A CORUÑA

28 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El fantasma de los incendios forestales vuelve a planear sobre Galicia en cuanto el calor aprieta un par de días. Las columnas de humo que empezaron a verse el pasado fin de semana sobre algunos montes hacen que renazca el temor, que se alimenta de montes llenos de maleza, previsión de altas temperaturas en el verano y la incidencia que pueden tener en los equipos de extinción los obligados recortes del gasto público.

La imprescindible dotación de medios para luchar contra el fuego en el monte solo conseguirá, sin embargo, paliar las consecuencias de los incendios, que encuentran su mejor caldo de cultivo en la falta de limpieza de amplias extensiones, motivada a su vez porque, en un alto porcentaje de casos, es un gasto obligado del que el propietario no obtiene beneficio alguno.

Se repite y agrava la situación. Aldeas habitadas por un decreciente puñado de pensionistas, y propietarios que residen a decenas o cientos de kilómetros de distancia de las tierras que han heredado y de las que no se han deshecho por falta de oferta, por motivos sentimentales o porque aun siguen constituyendo una especie de seguro por si, en esta crisis inacabable, todo lo demás falla y hay que volver a arar las abandonadas tierras de los antepasados.

Hay que seguir invirtiendo en medios para apagar fuegos, pero urgen medidas efectivas para penalizar a los propietarios que no limpian sus montes y, sobre todo, avanzar con decisión en los caminos abiertos, hasta ahora con timidez, para rentabilizar, en términos del siglo XXI, esa gran parte del territorio y del alma de Galicia que constituyen sus bosques. Antes de que ardan.