Una rata se cuela en Riazor y asusta a los bañistas

La Voz A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA CIUDAD

El roedor, de 20 centímetros, se escabulló escondiéndose en los bajos del Playa Club, que llevan años cerrados y en desuso

25 ago 2010 . Actualizado a las 21:19 h.

Veinte centímetros «sin contar el rabo», especificaban ayer testigos de la violenta irrupción de un bañista indeseado en la playa de Riazor. En hora punta, a las cuatro de la tarde, una rata tronzó la tranquilidad de los muchos coruñeses que a esa hora tomaban el sol en el céntrico arenal. El animal, buen nadador e incluso buceador, salió de las rocas situadas donde otrora se encontraba la piscina natural, adonde quizá había acudido en búsqueda de algo que llevarse a la boca. Y claro, ante tanta concurrencia no pudo pasar desapercibida para llegar a su guarida.

Si entre los vecinos más próximos de toalla podía caber la posibilidad de un paso sigiloso, el primer testigo de su visita levantó la liebre, perdón la rata. Un griterío concatenado fue elevando a su paso el animal, mientras los cuerpos tendidos al sol se ponían en pie como un resorte, urgidos por tan desagradable, e inesperada, presencia. Pero hubo algo más que histeria, aunque fugaz, colectiva y compartida por los alérgicos al roce del cloaquero espécimen.

Los niños, esos curiosos bajitos, no conocen por ahora el repelús, la grima o el asco que la edad adulta asienta en torno a los roedores. Muchos pequeños se fueron tras tan peculiar visitante, un descubrimiento indocumentado para muchos de ellos más allá del televisor o el videojuego. En vivo, y en directo, tienta mucho «un ratón grande», y algunos incluso se atrevieron a perseguirlo con un trueiro , no se sabe si con la intención de mostrar al público el triunfo de la caza en plena playa.

El bicho, aunque desconcertado por tamaño revuelo ocasionado en su presencia, fue capaz de huir, escapar de la persecución, sortear ataques y obstáculos y parapetarse bajo una papelera inaccesible para la horda de enanos . Finalmente, alcanzó sana y salva su guarida: los bajos del Playa Club, cerrados y en desuso desde hace años a pesar de que ya en enero del 2009 el Ayuntamiento urgía al concesionario, Deporhostelería, que acondicionase la superficie. Mil metros cuadrados que, por lo visto ayer en Riazor, se han convertido en refugio de ratas.