Un malabarista callejero a punto de acabar la carrera

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Víctor Manuel Cantero compagina el estudio con actuaciones en los semáforos

29 may 2010 . Actualizado a las 02:02 h.

Tiene las ideas claras. «Hago esto porque quiero», afirma con la misma seguridad con la que lanza las mazas al aire. Son las cuatro y media de la tarde y Víctor Manuel Cantero Prieto, lucense de 25 años, intenta ganarse unos euros en un transitado cruce semafórico junto a la coruñesa Casa del Mar. «No hay nada establecido. Depende de los días», contesta cuando se le pregunta por el dinero que recauda mientras el semáforo está en rojo. Malabarismos también tiene que hacer para acabar la carrera de Ciencias del Deporte y la Educación Física en la Universidade da Coruña, unos estudios que comenzó cuando tenía 17 años y que, tras muchos viajes por el mundo, y un par de años sin ni siquiera matricularse, está a punto de terminar. «Me quedan cuatro asignaturas y estoy poniendo todo mi empeño en conseguirlo por mí y por mi familia, pero lo que me llena es el mundo del circo, el payaso, los malabares...», afirma.

Tiene pocos años, pero muy aprovechados. «Da para escribir más de un libro», asegura este joven que trabajó de telefonista, vendedor, albañil, o camarero hasta que en Las Palmas descubrió el oficio de artista callejero. «Con un argentino, una eslovaca y una polaca tocaba en las terrazas y aprendí a ganarme la vida por la calle», recuerda. Hasta entonces no sabía nada de juegos malabares, pero se compró tres mazas en Santiago y practicó durante días en la playa de Santa Cristina, de Oleiros, hasta que consiguió que no se le cayesen. Se fue a México y trabajó hasta en compañías circenses, donde adquirió los conocimientos para llevar a cabo un espectáculo en solitario. Regresó a Galicia para cuidar a su abuela enferma en Guitiriz, previo paso por el Retiro madrileño, donde, para sensibilizar a los viandantes, decía: «Soy gallego, llevo un año en México y vengo a ver a mi abuela». «No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Yo necesito poco», sentencia este universitario mientras espera a que se ponga en verde el semáforo para los peatones.