El motorista accidentado en Cambre hace dos semanas y que pasó ocho horas herido en una cuneta falleció ayer en el Complejo Hospitalario Universitario A Coruña a causa de las múltiples heridas. Fabián Rodríguez Muñoz, de 35 años y vecino de O Temple, sufrió un empeoramiento el jueves de la semana pasada, a raíz de lo cual los médicos les reconocieron a los familiares que no guardaban esperanzas sobre la posible recuperación del paciente.
El miércoles 3 de febrero el hombre ingresó en el hospital coruñés con un traumatismo craneoencefálico y pronóstico grave. Las heridas se las produjo a causa de un accidente cuando conducía su moto por la carretera que une las poblaciones de San Pedro de Nós y Abegondo, en el lugar de O Pombo. Aquello fue el martes 2 por la noche y Fabián Rodríguez se pasó tirado varias horas en una cuneta hasta que una vecina, Rocío Pinell, lo descubrió por la mañana junto a una cuneta pasadas las nueve de la mañana. «Cuando miré a un lado vi un bulto negro en la cuneta», recuerda la vecina, que pensó que se trataba de una bolsa de basura. Pero posteriormente descubrió el casco junto al registro del alcantarillado y comenzó a atar cabos. Fabián estaba metido hasta la mitad del pecho en el interior del tubo del desagüe, semicubierto de agua y residuos fecales.
«¡Contésteme, por favor!»
Entonces le gritó: «¡Si está consciente, contésteme por favor!», y como no obtenía respuesta optó por variar la fórmula: «¡Si está vivo, mueva una pierna!», y el motorista movió muy levemente una de las extremidades. Rápidamente Rocío llamó a los servicios de emergencias, que comprobaron que el hombre estaba inconsciente y con dificultades respiratorias.
Sobre el accidente y el fatal desenlace siempre quedará a los familiares el convencimiento de que Fabián se habría salvado de haber sido asistido a los pocos minutos del siniestro. Una residente en la zona, Iria Costoya, recordó posteriormente que en la noche del accidente había oído un fuerte ruido, por lo que incluso avisó a su madre. «Me pareció oír a alguien gemir, pero como no veía a nadie me creí que podía ser algún gato», relató entonces.
Se da la trágica casualidad de que el padre de Fabián, que vive a escasos minutos del lugar del accidente, pasó en coche a las siete de la mañana por esa carretera. De poco sirvió que el carenado de la motocicleta tuviese colores vivos y llamativos. Al encontrarse detrás del seto del jardín de una vivienda quedó completamente oculto para los conductores que atraviesan la zona.