Diez años de «rock' n' roll» en directo

A CORUÑA

La sala Mardi Gras cumple una década ofreciendo música en vivo. Por su escenario han pasado artistas como Mick Taylor, Deluxe, Buddy Milles, Pereza o Javier Krahe

30 oct 2009 . Actualizado a las 13:58 h.

A finales de los noventa poder disfrutar de un concierto en directo en A Coruña en un local pequeño era casi una quimera. Pese a la tradición de los ochenta y los primeros noventa, las salas habían dejado de programar. Solo desde las guerrillas underground (el Garufa, el Cisco o el Superfly) se realizaban directos esporádicamente, a duras penas y, por lo general, con un equipo deficiente. Por ello, la irrupción de la sala Mardi Gras fue como agua caída del cielo para la parroquia rock.

«Fue una apuesta arriesgada, pero la hicimos precisamente por eso, porque había un vacío y a nosotros nos gustaba la música en vivo», explica Yolanda Vila, una de las impulsoras del proyecto. Ya estaba curtida en la noche tras regentar el Atlantis. Buscando un local, se enamoró completamente de la antigua Bodega Villarreal, de la travesía de la Torre. En cuanto la vieron sabían que allí iban a asentarse. «Fue un flechazo. No tuve la menor duda de que era perfecto para nuestra sala». Una decoración que intentaba capturar el espíritu de nueva Orleans, mucha alma y una fe ciega en el negocio pusieron el resto.

Pronto llegaron los palos. «Queríamos tener bandas tocando en vivo como música de ambiente, igual que en los locales americanos», recuerda Jaume Solé, otro de los responsables del Mardi Gras. «Pero no hubo manera. La gente se paraba y se ponía a mirar para ellos». Miki Nervio & The Bluesmakers fueron los pioneros en esa modalidad, que ahora, diez años después, explota Exit, la banda residente que llena cada jueves con clásicos del rock.

Pero los azotes más dolorosos llegaron con alguna apuesta fallida en la que se puso mucho dinero sobre la mesa. «Lo de Javier Krahe fue un gran varapalo. Pensábamos que íbamos a llenar, pero solo vendimos 32 entradas», confiesa Jaume, al que aún le escuecen las 150.000 pesetas de entonces que tuvieron que abonar. Su compañera, Yolanda, tiene una teoría al respecto: «Todo el mundo pensó que iban a estar agotadas las entradas, y al final, pasó lo que pasó: que casi nadie vino». Y aunque la colección de fiascos acoge alguna que otra leyenda -Paul Collins o Graham Foster registraron entradas raquíticas-, los llenos se suceden a lo largo de su historia. «La primera vez que flipamos por colores fue con Lagartija Nick, al poco de abrir», rememora Ton Puey, otro de los ejes de la sala. También arrasaron en los primeros tiempos Buddy Milles o el ex miembro de los Rolling Stones Mick Taylor.

La actuación de Taylor constituyó una de las peripecias que más histeria despertó en la dirección. Jaume lo narra: «Teníamos cerradas dos fechas con todo vendido. El primer día llegó la banda y él no apareció. Al parecer, era por un accidente doméstico. Tuvimos que trasladar todo al segundo día. Él llegaba desde Barcelona hasta Vigo a las nueve de la noche. Fuimos a buscarlo en coche, pero cuando llegamos no estaba. ¡No nos había esperado! Se había cogido un taxi. Lo recuerdo perfectamente: costó 25.000 pesetas. Al final dio dos conciertos en un día».

Primeros pasos

Aparte de las figuras internacionales consagradas, por este escenario pasaron algunos artistas patrios que, hoy en día, son cabezas de cartel. «Aquí tocaron Pereza, Quique González, Sidonie o Deluxe», comenta a vuelapluma Yolanda, que profesa un especial cariño al concierto que Antonio Vega ofreció con Yuri Gagarin Trío. «Era un tío muy amable y nos dejó a todos encantados», dice. Aunque si tiene que elegir un concierto con un concierto de la historia de la sala no lo duda: el de André Williams.

Paco Liaño, el técnico de sonido, se queda con Mother Superior; Ton y Jaume, con los Yayhoos, y Rubén Iglesias, el programador de la primera etapa de la sala, con Buddy Milles. Eso tiene un reflejo en los grupos coruñeses. «Se nota mucho a nivel de actitud. La gente que toca en A Coruña ve a unos metros a grupos de fuera y eso tiene mucha influencia luego en cómo salen al escenario», señala Iglesias.

Y es que, probablemente, ha hecho más por la música local el Mardi Gras que los conciertos y festivales públicos del mundo. «Este es el espacio natural de unas bandas, asegura Ton. «Prácticamente todas las bandas locales han tocado aquí», continúa Jaume. Y tocarán. «Aunque los conciertos no dan dinero, esperamos estar otros diez años más», aseguran.