Un ciudadano marroquí afincado en Ourense lleva dos años intentando que la Justicia le permita estar con su niña, que cree que su padre es otro hombre
17 jun 2009 . Actualizado a las 02:45 h.Su hija ya tiene dos años, pero él nunca la ha visto. Abdelkrim Youssfi supo que su novia ourensana estaba embarazada meses después de que la relación entre ambos se rompiera tras cinco años de convivencia. Desde entonces, los esfuerzos de él por hacer valer sus derechos de paternidad han chocado de frente contra la férrea obstinación de ella por evitarlo. Y hasta ahora lo ha logrado.
Tanto es así que la pequeña, ajena aún a todo lo que ocurre a su alrededor, ni siquiera sabe que el hombre al que ella considera su padre en realidad no lo es. Su madre no solo ocultó al verdadero progenitor que estaba embarazada, sino que cuando nació la pequeña inscribió a su nuevo compañero como padre en el registro civil. Quería borrar por completo el rastro de Abdelkrim Youssfi.
Él siempre luchó por lo contrario. «Desde que supe que iba a tener un hijo quise hacerme cargo de la criatura, aunque ya no estuviéramos juntos. Intenté hablar con mi ex novia, pero nunca lo conseguí, así que decidí ponerme en contacto con un abogado», explica ahora Abdelkrim.
Comenzó entonces para él una larga batalla judicial en la que acaba de conseguir una primera victoria. Una sentencia reconoce que él es el verdadero padre de la pequeña y obliga a que, de ahora en adelante, lleve su apellido.
El problema es que pese a esta resolución, sigue sin ver a su hija. «Todo está paralizado porque la madre, que se declaró en rebeldía durante todo el proceso de paternidad y se negó a permitir la realización de pruebas biológicas, ha pedido ahora justicia gratuita, y hasta que eso no se resuelva no se van a fijar visitas para que yo pueda ver a la niña», explica Abdelkrim, que no entiende por qué después de dos años, y con la razón de su parte, sigue sin poder ejercer sus derechos. «Me siento impotente, yo confío en la Justicia y siempre he intentado seguir el camino que marca, pero esto es demasiado lento y el tiempo que pasa sin verla yo nunca lo voy a poder recuperar», lamenta.
Discriminación
Por eso ahora ha perdido el miedo y quiere que su historia se conozca. No quiere colgarse medallas de padre coraje, pero renuncia a seguir esperando paciente y reivindica, cuando menos, un trato justo. «Yo soy ciudadano marroquí, pero vivo aquí, trabajo aquí y tengo los mismos derechos que cualquier español», aduce Abdelkrim, quien no descarta que pueda haber motivaciones racistas en su situación.
Lo que sí tiene claro, en todo caso, es que la suya no es una reivindicación frecuente y que cualquier mujer en su lugar obtendría una respuesta más ágil y proteccionista por parte de la Justicia. «Lo que yo veo es que no hay voluntad judicial por solucionar esto. A todo el mundo se le llena la boca hablando de los derechos de los niños, pero en este caso hay una niña a la que se le está negando el derecho de conocer a su padre, ¿qué pasa con eso?», advierte el perjudicado, quien critica que ni siquiera se tenga en cuenta por parte del juzgado el hecho de que actualmente ni la madre de la niña ni su compañero sentimental tengan trabajo, cuando él sí dispone de un empleo fijo y bien remunerado.
No tirará la toalla
Consciente de que cuanto más tiempo pase más difícil será el acercamiento a su hija, Abdelkrim no desea perjudicarla, pero no renuncia a disfrutar de ella, a verla crecer como cualquier padre aunque sea poco a poco. «Yo ahora voy a tener otro hijo con mi nueva pareja y quiero que sepa que tiene una hermana, que pueda estar con ella», aduce convencido de que no tirará la toalla. «Si hace falta iré a Bruselas o plantearé un conflicto diplomático, pero sé que de mi hija solo me separará la muerte», sentencia.