Un pie víctima de las rebajas

A CORUÑA

Un agente de la Policía Local sufrió un pequeño atropello en medio del intenso tráfico de la mañana en Ramón y Cajal

08 ene 2009 . Actualizado a las 14:06 h.

Las diez era la hora. En ese momento se giraba la llave en la cerradura de El Corte Inglés y las personas que suspiraban por los chollos de las rebajas apuraban el paso hacia los estantes. Unos metros más atrás, en la calzada de la calle Ramón y Cajal, la bajada de precios permitía apreciar otra visión de la jugada: el colapso de tráfico, el constante pisar del acelerador para avanzar dos metros y, luego, volver a frenar. Precisamente, por ello varios agentes de la Policía Local se afanaban en lograr que el tráfico fluyera.

Poco después, el embotellamiento entre los que venían de Salgado Torres y los que buscaban entrar en el párking de El Corte Inglés dejó un doloroso efecto secundario. «!Tira el coche para atrás!», le gritaba uno de los agentes a un conductor. Este, que veía paso libre, no entendía la orden. Al llevar las ventanas subidas, y estar envuelto en medio de constantes bocinazos, puede que ni escuchase más que un grito sin conocer el mensaje.

«!Tira el coche para atrás! !Que me estás pisando el pie!», insistió con más fuerza aún el agente. Su desesperación e impotencia se podía ver con los golpes que le propinó con la mano en el parabrisas. Ante la vehemencia del policía, dio marcha atrás. Pero eso sí, con cara de no haber entendido nada.

Resultó que la rueda delantera izquierda había pasado sobre su pie. Al liberarlo, el policía no dudó en ir hasta la ventanilla del conductor para explicarle lo que había hecho. Eso sí, lo hizo con una considerable cojera y exclamando todo tipo de improperios. Al llegar, sin embargo, tras él bajó el tono y le explicó lo que había pasado. En ese momento, el conductor debió darse cuenta de lo que había sucedido anteriormente.

Pero las prisas son las prisas y las rebajas son las rebajas y con toda profesionalidad, el agente resolvió la situación en cuestión de segundos. Indicándole por dónde tenía que circular el coche, pronto se pudo a dirigir de nuevo la circulación, pese a la cojera. Como si no hubiera pasado nada.