Desde Shakira no hay dispendios

Rubén Ventureira

A CORUÑA

21 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

En 1974, el mexicano Vicente Fernández congrega a 11.000 personas en dos sesiones de rancheras en el Palacio de los Deportes: es el primer concierto multitudinario de un artista extranjero que se celebra en la ciudad, apunta el crítico musical Nonito Pereira.

En 1975, año de la muerte de Franco, A Coruña recibe a dos estrellas de la música internacional: Demis Roussos y Tom Jones actúan en el Palacio de los Deportes. Los cuartos se los juega el empresario vigués Alejandro Figueroa, que tiene intención de crear un eje permanente Vigo-Coruña de grandes espectáculos. La operación se frustra tras el fracaso de esas dos primeras actuaciones: la de Tom Jones interesa a 3.000 espectadores.

Uriah Heep

Se abre entonces un período de sequía musical, en el que solo destaca 1977, cuando A Coruña acoge el primer concierto internacional de heavy, el ofrecido por los británicos Uriah Heep.

Entramos en los 80. Llega el Puma para cantarnos lo de «pavo real, pavo real» y nada menos que los Ramones, todo en 1981. En los 80, en concreto en 1986, nace el Festival Noroeste Pop Rock, de organización municipal, que en sus primeras ocho ediciones solo se centra en grupos nacionales y locales.

En los años 90, A Coruña entra en una nueva dimensión gracias al entonces concejal de Fiestas, Eduardo Blanco, que, de la mano de Jesús Manzano (de la empresa Dorna), introduce a A Coruña en el circuito musical internacional. El 29 de julio de ese año actúa Prince en el colegio Santa María del Mar: los gastos se elevaron a 390.000 euros. El Ayuntamiento registró pérdidas millonarias (entonces había pesetas), pero se consideró compensado con la promoción turística. El 1 y 2 de octubre de ese 1990, la felina Tina Turner canta en el Pabellón de los Deportes.

Ni el colegio de los jesuitas (el montaje encarece el espectáculo) ni el palacio de Riazor son los lugares idóneos para ese tipo de conciertos masivos. Sí lo es el Coliseo, que el Ayuntamiento abre en 1991. La primera gran estrella que desembarca es Sting, con un caché de 100 millones de pesetas de los que el Ayuntamiento aporta 25 a fondo perdido. Paul Simon es el siguiente, y pincha : 3.000 frente a las 9.000 de Sting. Revienta Juan Luis Guerra, que estira el multiusos de Lavedra hasta las 13.000. En otoño se deja caer Whitney Houston por el Coliseo, que al año siguiente recibirá a Elton John y Frank Sinatra, en cada uno de los cuales invertirá 240.000 euros. El Ayuntamiento pierde dinero en estas tres actuaciones y decide suspender su política de grandes conciertos. Además, ese mismo año nace la Orquesta Sinfónica de Galicia, que requiere una gran inversión.

La Xunta abona

Pero, como paga la Xunta por motivo del Xacobeo, en el verano de 1993 desembarcan en el municipal de Riazor una constelación de estrellas para el Concierto de los Mil Años : Neil Young, Chris Isaak, de nuevo Sting, The Kinks, Bob Dylan (que no cantó de espaldas y ofreció un concierto supremo), Robert Plant, Jerry Lee Lewis?

Al año siguiente, 1994, el Festival Noroeste Pop Rock se internacionaliza con Inmaculate Fools y The Stranglers. Desde entonces, las estrellas se reparten entre el Coliseo y la playa de Riazor, si exceptuamos a las de jazz, que no abordamos en esta relación por ser un género más minoritario.

Por el arenal desfilan Bob Geldof (1995), Status Quo (1996), The Cure (1998), Simply Red (1999), Joe Cocker (2000), The Waterboys (2001) o Paul Weller (2006). En el Noroeste, la ración habitual es de un gran artista internacional por año.

Escaso presupuesto

En el Coliseo se apuesta por la música comercial (Gloria Estefan, Maná, Ricky Martin, Juanes, Shakira, Luis Miguel...), aunque también hay pequeñas dosis de rock duro (Deep Purple, Iron Maiden) y de estrellas del gusto de los críticos (Van Morrison, Neil Young, Beck, Supertramp...). El escaso presupuesto del que se dota al recinto multiusos obliga a sus responsables a ir muy sobre seguro, invitando al artista a alquilar la instalación en lugar de pagarle su caché. Así, apuestas por la calidad como las de Neil Young y Beck (concierto del año 2001 en España para la revista Rock de Lux ) solo se concretan porque paga el Xacobeo.

Desde que en 1992 se pone fin a la política de grandes conciertos a costa de desnutrir las arcas municipales, el Ayuntamiento solo afronta a fondo perdido una actuación, la de la colombiana Shakira en 2006, que genera un déficit que ronda los 100.000 euros.