La huella coruñesa de los nazis

Rubén Ventureira

A CORUÑA

09 ene 2008 . Actualizado a las 11:40 h.

A Jesús María Reiriz Rey (A Coruña, 1965) su abuela le contaba que en la carnicería que regentaba en Santa Margarita atendía a los soldados alemanes que trabajaban en la emisora del parque. De aquel recuerdo infantil, y de otras conversaciones posteriores con más gallegos, nace ahora La Coruña y la Segunda Guerra Mundial , un libro de Reiriz recién publicado por la librería Arenas.

El historiador sostiene que la plaza de Orense era «el epicentro urbano del espionaje» en la ciudad. Y explica así su tesis: «El consulado británico estaba en el 2 de Linares Rivas. A 116 metros, se encontraba el alemán, en el 1 de la calle Picavia. La comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, en el 11 de Sánchez Bregua. Y en el 9 de Juana de Vega se hallaba la fábrica de paraguas La Alemana». «En todos los consulados alemanes de Europa había Kriegsorganisationen (KO), es decir, organizaciones de guerra. El de aquí no iba a ser la excepción», reflexiona Reiriz.

Emisora de Santa Margarita

Este estudioso considera «fundamental» el papel de la emisora radiofónica coruñesa «en la batalla del Atlántico». En febrero de 1940, las unidades móviles se instalaron en el parque de Santa Margarita. Esta emisora «informaba a los submarinos», entre otras funciones. Supone, pero no lo asegura, que también estaba al servicio de los nazis Radio Costera, situada en Eirís. «Casualmente, se inauguró en agosto de 1942, en plena guerra. Su alcance era de 600 a 700 millas. Se podía comunicar con América, Estambul o Inglaterra». Cuando la cosa se puso fea para las tropas de Hitler, «los alemanes desaparecieron de Santa Margarita del día a la noche».

Reiriz sigue la pista de presuntos espías germanos, como Walter Worm. En La Voz encontró un curioso anuncio: «Para su estilográfica, Tinta Juwal. Única en su calidad», reza la publicidad. La representación comercial de esta firma («que se anuncia sin poner la dirección») la ostentaba el tal Worm, quien residía en la ciudad desde 1939. «En el padrón de 1946, aparece como fallecido... A los 41 años... Es justo el año en que termina la guerra». El autor supone que adquirió una nueva identidad, proporcionada por las autoridades franquistas. Otros optaron por marcharse: «Acabada la guerra en Europa, La Coruña, Vigo, Lisboa y Cádiz fueron punto de partida de muchos fugitivos hacia Sudamérica, embarcados, casi con toda seguridad, en motonaves de la Naviera Aznar, que tenía su despacho coruñés en la plaza de Ourense, y que operó en la ciudad hasta los 70». Antes del fin de la contienda tenían sede en A Coruña otras navieras (Hamburg Sudamerikanische, Norddeutscher Lloyd de Bremen y Hamburg-Amërika Linie) que ofrecían servicio de trasatlánticos a Brasil, Montevideo y Buenos Aires: «También pudieron facilitar pasajes a prófugos nazis», especula.

El libro cuenta con un apéndice de Carlos Fernández y con una cuidada selección fotográfica en la que destacan dos imágenes. Una del archivo de Alberto Martí , fechada en 1934, en la que la bandera nazi ondea en la sede del consulado de Alemania, frente a la plaza de Mina. «Salen tres oficiales alemanes y dos coruñeses que trabajan para ellos», asegura el veterano fotógrafo. La otra imagen, estremecedora, es la del mausoleo alemán, adornado con esvásticas, que había en el departamento civil de San Amaro.