La gran sala de estar de los coruñeses

FERNANDO MOLEZÚN A CORUÑA

A CORUÑA

El célebre paseo ha ido cambiando con el tiempo su fisionomía, siempre marcada por los grandes edificios.

07 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo que solía ser el centro de paseos y tertulias de A Coruña y que por ello fue bautizada como la gran sala de estar de los coruñeses es, a día de hoy, el centro financiero. Cafés y cines han dado paso a bancos y fundaciones. Esta transformación en el espíritu del Cantón Grande fue acompañada de otra transformación, la arquitectónica. La modernización de uno de los frontales más célebres de la ciudad arrancó en la edad de oro de la arquitectura coruñesa, en las décadas de los 20 y 30, con la construcción de un edificio de referencia pero muy polémico en su día: el Banco Pastor. Y termina esta evolución con otra construcción que está generando opiniones encontradas: la nueva sede de la fundación Caixa Galicia. Corría el año 1925 cuando una enorme sombra cayó sobre los edificios de cuatro alturas del centro de A Coruña. Dos jóvenes arquitectos, Antonio Tenreiro y Peregrín Estellés, con apenas 30 años y casi recién acabada la carrera, revolucionaron el skyline herculino con un proyecto que se saltaba todas las normativas urbanísticas del momento con sus 38 metros de altura que lo convirtieron durante algunos años en el edificio más alto de España. La construcción, de un estilo neoclásico novedoso en estos lares, perteneciente a la escuela de los grandes rascacielos de Chicago, levantó una gran polémica entre los vecinos con su enorme cornisa desafiando a la ley de la gravedad desde una altura imposible para la época. El tiempo ha terminado por dar la razón a aquellos dos jóvenes imprudentes que rompieron el techo de la ciudad. La segunda joya con la que cuenta el céntrico paseo data de 1937. El cine Avenida, punto de encuentro por excelencia, obra del arquitecto coruñés Rafael González Villar, continúa en pie, desafiando el paso de modas y tendencias. Es uno de los edificios más personales de la ciudad. Además de adelantar ciertos tintes racionalistas, el mérito principal de este inmueble, al que un lavado de cara le vendría mejor que bien, es que a través de un vestíbulo con comercios al fondo del cual se situaba la entrada al cine clausurado en 1997, permite que la calle entre en él, reservando el pilar central para el portal de las oficinas y la única vivienda que perduran en este edificio.